Es encomiable que una institución deportiva como Barcelona Sporting Club llegue a los 95 años de vida, porque en el camino algunas otras entidades desaparecieron.
Creo que Barcelona tiene tantos aficionados porque la gente necesita identificarse con algo y conectaron masivamente con el club cuando en 1949 derrotó al Millonarios de Alfredo Di Stéfano. Después de esa victoria, me cuenta mi padre (el exguardameta canario Jorge Delgado Guzmán), Barcelona se convirtió en ídolo del fútbol nacional.
Es por mi padre que yo me hago seguidor barcelonista. Él me llevaba al estadio a ver los partidos y a los entrenamientos, donde pude conocer, convivir y descubrir la parte humana de varios jugadores, como Pedro Perico León, Alberto Spencer y Juan Manuel Bazurko.
Recuerdo que al regresar de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 mi papá me llevó al Modelo a ver al futbolista sensación del momento: el argentino José Omar Pepona Reinaldi.
Es un orgullo que mi padre haya jugado en el club. Tiene un busto y un asiento con su nombre en el Monumental. Él dice que es el último de los mohicanos, porque todos los compañeros de su época han fallecido.
Barcelona siempre tuvo gestos amables conmigo, como invitarme a salir a la cancha del Modelo, antes de un partido, para recibir el aplauso del público al volver de los Panamericanos de 1971 (medallista de oro) y de los JJ. 00. de 1972 (finalista). (O)