Es muy difícil hablar del ‘antes’ sin preguntarnos desde cuándo es ese ‘antes’. En el fútbol cada época tiene sus circunstancias y para analizarlas es una exigencia hacerlo en perspectiva. Si hablamos antes podríamos referirnos, por ejemplo, al Brasil campeón del Mundial 1958, donde impusieron la moda del 4-2-4, fórmula creada por el húngaro Bela Guttman y que se la había utilizado en 1954 por la selección de Hungría.
También podríamos referirnos al Brasil de 1970, que ganó el Mundial de México con ese fútbol pausado, sustentado en el jogo bonito, con distinciones en el ritmo y en la contundencia en la ofensiva. En el muestrario del fútbol de tiempos pasados también hay que incluir al equipo que hace 46 años desafió la lógica del balompié, me refiero a la denominada Naranja Mecánica, que sin haber ganado el título mundial de 1974 dejó su impronta; y qué decir del Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, del Peñarol de Alberto Spencer o el Santos de Pelé. Todos tenían sus propias características y serían capaces de poner en su sitio a cualquier equipo de la nueva era.
Se suele calificar de profanos a quienes piensan que en el fútbol lo pasado fue mejor, pero entonces cómo se explica lo que Roberto Mancini comentó: “El fútbol moderno es muy fácil de entender porque los avances en el fútbol de hoy no han llegado de la mano de las tácticas, sino de la preparación física”. Esto es correcto, desde mi punto de vista. Si los técnicos modernos llevan analizando lo que se hizo en los últimos 100 años y se han dado cuenta, hoy lo que les queda es implementar sistemas para optimizar espacios y la formación para conseguirlo.
Quienes admiramos el fútbol de antaño somos cuestionados porque algunos creen que nos mueve la nostalgia; es decir, el sentimiento de privación, sea por la ausencia o por la época que ya transcurrió. Y si es así, acaso no se puede razonar que esa añoranza por lo bueno del pasado se da dentro del marco de la realidad.
Nostalgia incluida, ¿alguien puede desconocer los efectos y consecuencias que el tiempo de Dusan Draskovic generó en nuestra Selección? Aprovechó la contextura física del futbolista ecuatoriano y con sus conocimientos en psicología aplicó una táctica de las escuelas yugoeslavas, checas y rusas y las plasmó en nuestro fútbol. Cuánta falta nos hace hoy lo conseguido por el montenegrino hace más de 30 años.
‘No era tan simple’
Sobre la técnica del jugador, el periodista argentino Enrique Macaya Márquez escribió: “Cuando hablo de técnica me refiero a las habilidades –genéticas y/o adquiridas– que se expresan fundamentalmente con las distintas partes del cuerpo. Y saber los momentos de las gambetas, el pase o el remate... la toma de decisiones. Lo que se privilegiaba en aquel ayer para lograr un objetivo. El hoy puso el objetivo más cerca (...). Es imprescindible competir y ganar. La urgencia enferma al artesano”. El fútbol de la actualidad no privilegia la herencia del barrio, hoy se aprecian las buenas decisiones y destrezas de las negociaciones. Para complementar esos dichos, Zinedine Zidane expresó: “Antes, para poder jugar, tenías que ser bueno, no era tan simple como hoy”.
Otra de las razones es que antes existía un vínculo más cercano del público con el jugador; como me lo comentó Ricardo Vasconcellos Figueroa: “Uno sabía que eran seres humanos”. Y eso es real porque se los veía en las calles, en los salones, existía un nexo de vecindad. Los futbolistas de antaño apreciaban confraternizar con el betunero o el salonero, etcétera; los actuales son los precursores del aislamiento social.
Con esto se demuestra lo complicado que es comparar al fútbol de ayer con el actual, y, además, calificando que en esas épocas en la cancha existían muchos espacios y mucho tiempo, que las marcaciones eran ligeras, que no había dinámica, que existían malabaristas de la pelota, porque sus rivales lo permitían, algo así como que los rivales se quedaban admirando las destrezas de los tan célebres fantasistas.
Sobre las características de los futbolistas hay que ser claros de que en cualquier época han existido los jugadores veloces, pausados, lentos, esmirriados, potentes, bruscos, hábiles, genios y torpes, responsables y también libertinos.
Buen marketing
Así como con firmeza Jorge Barraza expresa, nostalgias aparte, que desde la razón reconoce que el fútbol actual en conjunto es mejor, más limpio, con mayores garantías y mayor organización, también hay los que reconocen que hoy el fútbol es mecanizado, con buen marketing, transmitido a través de la más alta definición, con softwares sofisticados que ofrece la modernidad. Tal vez por todo aquello el fútbol de hoy aparenta ser mucho más que el de antes, pero todos sabemos que detrás de esas maravillas el fútbol sufre tramas de intereses económicos cada vez más difíciles de contener.
A aquellos que afirman que en el fútbol de antes el jugador gozaba de espacios para maniobrar, que se movían lentos, eran predecibles y violentos y que muy difícilmente podrían adaptarse y lucir en el balompié moderno, solo les pregunto: ¿Cuántos de esta extensa lista de jugadores del ayer no serían estrellas en el fútbol de hoy?
Arthur Friedenreich, goleador brasileño de los años 20, o Leonidas da Silva, también de Brasil, de los años 30 y 40; o Di Stéfano, de los 50 y 60; o Garrincha, o el italiano Valentino Mazzola de los 50. Y qué me dicen de esta constelación de astros de las décadas del 50 y 60: Sívori, Corbatta, Kubala, Didí, Puskas; o en los 60 y 70, con Eusebio, Gianni Rivera, Rivelino, Tostao, Cubillas, Spencer, entre otros. Y no incluí intencionalmente a Pelé que, me imagino, todos estaremos de acuerdo en que hubiese sido el mejor en cualquier época. Al fútbol ya no se lo interpreta desde sus raíces, ahora se lo define como una industria y el argumento más poderoso es don dinero. Es así como se puede explicar por qué chicos que no llegan a los 10 años ya son manejados por empresarios del fútbol. De esta circunstancia sobresalen el abuso, el aprovechamiento descarado que se establecen en convenios, cláusulas y penalidades.
Estilos opulentos
Esa razón desconfigura la inocencia y la naturaleza con que deben crecer las promesas del fútbol, o no nos hemos dado cuenta de que hoy es común ver jugadores mediocres que publicitan su opulento estilo de vida, sus contratos millonarios que limitan el sacrificio, la tenacidad y el esfuerzo para conseguir altos objetivos.
La organización que hoy luce la FIFA tiene que ver con la estructuración de las finanzas al servicio del fútbol y no como era su génesis, el fútbol al servicio de las finanzas. Alguna vez Joao Havelange dijo que el balompié había dormido por mucho tiempo sobre una mina de oro y había que despertarlo, desde ese día la FIFA se trastornó. El espíritu de Havelange sigue presente y cada vez con mayor fuerza, si no cómo entender que el Mundial se realizará en Catar (2022), un país cuestionado por el irrespeto a los derechos humanos, con serios problemas geopolíticos, con condiciones climatológicas adversas que han obligado por primera vez a que la Copa del Mundo se juegue en diciembre. Catar es un país sin tradición en el fútbol y con una seria acusación de la Fiscalía de Estados Unidos por presuntos sobornos para conseguir la sede.
Ese también es el fútbol de esta época: el poder en su máxima expresión.
Hoy, lamentablemente, veo cosas que antes no veía y aunque es difícil comparar el antes con el hoy, bien decía Héctor Vega Onesime: “Distorsionar la memoria por la nostalgia es un riesgo atractivo, un desafío que es posible, porque deja más certezas que dudas”.(O)