El jugador, de tan solo 22 años, ha logrado que negocios locales, ayuntamientos y ciudades de todo el Reino Unido aporten su granito de arena para que ningún niño pase hambre cuando cierran las escuelas.
Durante el verano y, ante la situación de pandemia en la que vive el Reino Unido, Rashford se levantó y luchó para que el Gobierno extendiese durante las vacaciones veraniegas el acceso al comedor para los niños que, cuando el colegio cierra, no tienen forma de comer caliente.
Lo consiguió. El Ejecutivo de Boris Johnson cedió y los niños comieron durante el verano, pero claro, el problema no acababa ahí. Se acerca el fin de año en Inglaterra y con ello las vacaciones de otoño y de navidad. En total, unas doce semanas en las que los niños cuyos padres están pasando por una situación delicada no tendrían ni un plato caliente sobre la mesa.
Rashford puso ante los políticos una petición firmada por más de 300.000 personas pidiendo que se garantizase el acceso al menú escolar a esos niños durante las vacaciones.
Denegado. Se opusieron. Más de 300 diputados dijeron que ni de broma. Ya hay suficientes ayudas, argumentaron.
Según datos expuesto por el propio Rashford, en cada clase de un colegio británico, hay 9 de cada 30 niños que viven en la pobreza.
Este dato se podría ir hasta el millón en total para 2020, aunque el estudio se realizó antes de la pandemia, por lo que podría ser aún peor.
Por eso Rashford no paró pese al rotundo 'no' del Gobierno. Ayer, acompañado de su madre, volvió a colaborar con Fareshare, la red benéfica que ayuda a aliviar la pobreza en el Reino Unido, aportando su granito de arena en los bancos de alimentos.
Lo que no sabía es que, espontáneamente, un movimiento a su favor empezaba a surgir. Escuelas, negocios locales y ayuntamientos comenzaban a anunciar que ofrecerían comidas calientes a aquellos niños que lo necesitaran.
Restaurantes de Bolton, Liverpool, Sheffield, barrios de Londres, Wigan y muchos otros sitios se pronunciaban a favor del movimiento de Rashford, que además les daba recorrido en redes sociales.
Decenas y decenas de negocios proclamaban su ayuda a los niños y dejaban en evidencia a un Gobierno que, a juicio de Rashford, está más preocupado por las luchas políticas que por los niños que se van cada noche a dormir hambrientos.
En un año sin Balón de Oro por la pandemia, Rashford reúne méritos para convertirse en eso: el mejor futbolista del mundo.