“Fue el domingo más triste de mi vida. No quise ver televisión ni escuchar radio, no cené y me fui a dormir a las ocho de la noche. Mi esposa siempre me dice que cómo me puedo poner tan mal por un partido de fútbol, no le hablé por un día, pero esa vez no me dijo nada, creo que me entendió. Lloré en el baño, solo; debo haber llorado hasta durmiendo. Quería despertarme una semana después, un mes después, cuando ya nadie hablara del tema y yo mismo lo olvidara. No quise comprar diarios ni hablar con amigos. Nadie imagina el dolor que se siente hasta que le pasa…”
Alberto habla de la tarde en que descendió Independiente, el siete veces campeón de América, Rey de Copas, el club de las grandes hazañas, como ser campeón jugando una final con ocho hombres, de visitante y con el país en contra (sobre todo, el árbitro). Sin embargo, como pasa siempre, las pésimas dirigencias, encadenadas, lo fueron arrastrando hasta el fondo, porque a un club no lo descienden los jugadores ni el técnico sino los pésimos directivos. Y un día sucedió lo que nadie se hubiese atrevido siquiera a imaginar: el club de Bochini y Bertoni, de Trossero y Burruchaga, de Pavoni y Pastoriza, de Yazalde y Artime, de Erico y De la Mata, el que goleó 6 a 0 al Real Madrid en el Bernabéu, con Di Stéfano y todo, una tarde cruel se fue a la “B”. Avellaneda fue un diluvio de lágrimas, pero goteó en toda la Argentina.
- Dentro de dos años habrá un campeón en Catar
El recuerdo viene a colación de El Nacional, el “Bi-Tri”, un grande que acaba de perder la categoría y que hasta ocho años atrás era el máximo coronado junto a Barcelona. Cuadro temible si los hubo, azote de sus rivales y cuna de grandes jugadores, Antonio Valencia entre ellos. La capital ecuatoriana, la de más representantes en Primera División, pierde otro referente en Primera, como ya perdió al Deportivo Quito.
La amargura dura un mes, quizás dos, hasta volver a competir, aunque la mancha es perenne; a partir de su descenso el 26 de junio de 2011, a River los hinchas de Boca lo llaman “RiBer”. Los gritos desgarradores del Tano Pasman, un riverplatense que se hizo célebre cuando lo filmaron mientras miraba en su casa Belgrano 2 - River 0, por la permanencia en Primera: “¡Nooooooo… Nos vamos a la B… Nos vamos a la B…!” Un hombre pacífico desbordado por el hincha que habita en su interior, explota al advertir el desenlace de una campaña frustrante. El video fue visto en Youtube por millones de personas en el mundo, y es extraordinariamente gracioso, pero grafica la aflicción que siente el simpatizante ante el sufrimiento supremo que puede experimentar este juego: el derrumbe.
- Cristiano y Matthäus, sí; ¿Di Stéfano y Cruyff, no?
Pero River supo volver a lo grande. En julio de 2013 se reincorporó al círculo de honor y un año más tarde cruzó sus coordenadas con Marcelo Gallardo, el técnico que lo convertiría en el equipo más potente de América durante el último lustro: logró dos Copa Libertadores (en otra fue finalista), una Sudamericana, 3 Recopa, 3 Copa Argentina… Y el sueño de todos sus hinchas, ganarle la final de 2018 a Boca en Madrid, con marcada superioridad. “Yo prefiero no ganar nada, pero no irme a la B”, aseguran los boquenses. Sin embargo, Pablo Álvarez, exlateral auriazul que ganó una Libertadores y marcó de penal el tanto que le dio el título, opinó distinto: “Es peor perder una final contra el eterno rival que irse a la B”
Una gran cantidad de clubes históricos en el mundo atravesaron malas épocas y descendieron. Manchester United y Liverpool, quienes componen el máximo clásico del fútbol inglés, jugaron varios años en Segunda. Atlético de Madrid, el Milan… Como El Nacional, acaba de descender en Perú el que para muchos es el club con mayor afición en la tierra del Inca: Alianza Lima. Pese a disponer del mayor presupuesto del torneo y jugar todos los partidos en Lima, sin ir a provincias por la pandemia, se fue igual, generando una honda tristeza en un país muy futbolero.
Justamente el presente glorioso del Liverpool y el United demuestra sin discusión posible que un descenso se difumina en el tiempo si luego se vuelve a la senda de grandeza, alcanzado nuevos éxitos. Las conquistas son muy fuertes y las nuevas generaciones, que no sufrieron el revés, no lo registran en el debe, no siente tal pesar.
Cruzeiro, un grande América, bicampeón de Libertadores, el club de Tostao y Dirceu Lopes, de Palhinha y Ronaldo, cayó el año pasado a la Serie B del Campeonato Brasileño por primera vez. Un drama para buena parte de Belo Horizonte. Y arrancó en la B de la peor manera, entre los puestos que bajan a la C, pero el 16 de octubre dio un golpe tranquilizador: contrató a Luiz Felipe Scolari, entrenador de prestigio, hombre de trabajo y disciplina. Cruzeiro mejoró y, aunque casi no tiene chances de subir, al menos quedó a resguardo de ser relegado otra vez.
- ¿Deben volver clubes de México a Sudamérica?
Insólito es el caso del São Caetano, que fuera subcampeón de América en 2002 perdiendo increíblemente ante Olimpia (lo había derrotado 1-0 en Asunción y le ganaba 1-0 en San Pablo, pero terminó cayendo por 2-1 y penales). São Caetano nunca fue grande, pero tuvo un largo período de fulgor: fue campeón paulista, disputó tres Libertadores, fue dirigido por Tite, Muricy Ramalho, Jair Picerni, Cuca, Levir Culpi, Dorival Junior, reputados técnicos brasileños. Empezó a caer en picada y acaba de salir último en su zona en la Serie D del Brasileirão. O sea, tiene por encima alrededor de 120 equipos. Lo curioso es que su presidente sigue siendo el mismo desde hace 31 años: Nairo Ferreira de Souza, el de las buenas y el de las otras.
Anoche, al cierre de esta edición, Portuguesa de Desportos y Marilia jugaban la final de la Copa Paulista. De ser campeón, la Portuguesa volverá a la estructura de torneos brasileños comenzando por la Serie D. El club que diera al fútbol a Djalma Santos, Julinho, Cabinho, Jair (luego estrella en el Inter de Milán), Leivinha, Zé Roberto y tantos más todavía está fuera del circuito. Impensable. (O)