En la lejana década de los 90, el técnico y maestro César Luis Menotti aseguró que Ramón Ramírez era “un pichón” de Diego Armando Maradona. Una comparación y elogio de grandes dimensiones.
El argentino no hizo huesos viejos en México como técnico de la Selección Nacional, y aunque Ramón fue un futbolista muy destacado, siempre quedó la sensación de que su carrera pudo alcanzar mayores niveles.
La palabra ‘pichón’ refiere a un “polluelo o cría de paloma”, y en términos futbolísticos se aplica a un jugador joven que tiene grandes virtudes y por ende un potencial infinito para convertirse en crack.
Ese es el caso de Alexis Vega, convertido hoy en día en el mejor o uno de los mejores futbolistas mexicanos de la Liga MX. Sin embargo, aún no puede hablarse de que es un jugador consolidado y mucho menos seguir con la torpe insistencia de que urge que se vaya a Europa.
El ejemplo perfecto de un futbolista que no estaba listo para las grandes ligas y se le infló, además de que se empecinó en “cumplir su sueño”, es José Juan Macías, a quien tan solo por un par de torneos con el León se le catalogó como ‘la nueva joya’ del balompié azteca, con los resultados por todos conocidos luego de seis meses en el Getafe en donde se topó con su realidad.
A Vega no debe correrle prisa por dar el salto al futbol de élite, pues tiene tiempo de sobra con apenas 24 años y un talento inusual que es la mayor de sus herramientas, más allá de que, demostrado está, no lo es todo.
Hoy es el referente del Guadalajara, pero está obligado a mantener un nivel, alejarse de los escándalos fuera de la cancha y no sentirse estrella, porque no ha ganado absolutamente nada. Historias de grandes promesas que acaban en el olvido se cuentan a montones.
En el Tricolor de a poco ha sumado puntos no solo para estar dentro de los convocados, si no para reclamar con argumentos la titularidad, pues es un elemento que ofrece desequilibrio en la última zona de la cancha, y es capaz de asistir debido a la gran visión que tiene, así como puede definir un partido en cualquier momento.
Guardando la debida distancia, tiene cosas de Cuauhtémoc Blanco, ya que se saca hombres de encima con relativa facilidad, y su técnica individual de privilegio le permite anotar tanto a balón parado como encarando rivales a máxima velocidad. El golazo que le marca a FC Juárez es la mejor muestra de ello.
El Mundial será la mejor de las vitrinas para Alexis y ya llegará el momento de emigrar a Europa si es capaz de sostenerse en un buen nivel y le da la seriedad que requiere su carrera.
En días recientes, en una entrevista declaró que se ha apoyado en psicólogos, que su esposa e hijos son su mayor soporte, y que ya entendió que las fiestas y los excesos en la vida de un deportista de alto rendimiento no tienen cabida.
Es un hecho que cada que surge un futbolista distinto, de esos por los que suspiraba el escritor uruguayo Eduardo Galeano para que le regalaran “una linda jugadita por el amor de Dios”, genera ilusión, y Alexis Vega es uno de ellos.
A casi 30 años de aquella sentencia de Menotti en relación con Ramón Ramírez, no suena a disparate soñar con que este delantero que se forjó en el Barrio de Santa Isabel Tola, cerca del metro Indios Verdes, pueda cargar con la etiqueta de ‘pichón’ de Cuauhtémoc Blanco.