"¡Uno menos!", gritaba un niño. En realidad, no era "uno", sino "una" la que dejaba el equipo. Nahomi escuchaba el grito, pero seguía corriendo. El objetivo era que Noelia, quien caminaba hacia ahí, no descubra que su hija jugaba pichangas a la vuelta de la casa. Se cumplió. La familia nunca supo que Erick, un vecinito, le enseñó a fútbol. No descubrió, tampoco, que la pequeña de la casa, escolar todavía, terminaba de almorzar y empezaba a pelotear en la pista, con sus amigos de El Agustino.
La rutina fue la misma hasta poco antes de terminar la secundaria. Ella soñaba con dejar la cancha de cemento por una de grass, pero en casa nadie quería que juegue fútbol. Sin embargo, había un problema: ¿qué haría al culminar el colegio? Dinero para pagar una universidad, no había. El acuerdo fue, entonces, el siguiente: si la dejaban pelotear, ella conseguiría la manera de estudiar y tener una carrera.
Ese barrio, ubicado a la altura de la cuadra 8 de la Avenida Riva Agüero, hoy es peligroso. Ya no hay niños que jueguen fulbito con arco de piedras, ni niña que corra para que mamá no la descubra. Todos crecieron. Algunos se fueron por el mal camino, pero dos de ellos hicieron las cosas bien y nunca se fueron de ahí. Erick, el maestro, y Nahomi, la alumna que jugaba a escondidas. Ahora, muchos años después, él es Policía. Ella, futbolista de Universitario de Deportes. Y futura piscóloga.
¿Cómo va la preparación para el partido ante San Martín?
Estamos concentradas en el partido del fin de semana, que es el sábado. Se nos viene una semana dura porque jugamos ante San Martín, viajamos a Ayacucho para jugar el miércoles y el sábado volvemos a jugar.
San Martín está en la parte baja de la tabla, a diferencia de ustedes. ¿Se sienten favoritas?
Creo que el campeonato está muy parejo. Todos los equipos tienen una forma de jugar muy buena. Los entrenadores ven el fútbol de manera distinta. Nosotras, el sábado, tomamos el partido con la misma seriedad. Vamos a salir a buscarlo, así sea con uno, dos o tres goles.
Con referencia a los goles, Alianza Lima es uno de los equipos que suele golear con marcadores abultados. ¿Se fijan en eso o no les importa lo que haga Alianza?
No nos importa. Nosotras nos fijamos en nuestros errores, en mejorar, en compenetrarnos más como equipo, en afinar las salidas y finalizar las jugadas. Nos han costado las finalizaciones en estos último partidos. Creo que en el último conseguimos eso. Ahora queremos seguir por ese camino y ganar, sumar de a tres, así sea por uno o por dos (goles), sumar de tres es lo mejor.
Hablemos un poco de ti. ¿Cómo nace tu gusto por el fútbol?
Yo juego desde los cinco años, máas o menos, con amigos del barrio. Soy del Agustino. He nacido en El Agustino y vivo en El Agustino hasta el día de hoy. Soy del Agustino toda la vida y siempre lo voy a ser, así me vaya.
¿De qué barrio?
Por el Cine Riva Agüero, en el Jirón Hipólito Unanue.
¿Qué tal es la zona?
Brava, brava. Antes no, porque era pequeña y salía solo a jugar, pero ahora se ha vuelto más peligrosa. Ya no hay muchos niños. Los niños crecieron y fueron tomando sus rumbos. Cada quien tomó un rumbo distinto. Ya no salgo a pichanguear, pero sí a jugar fútbol tenis, cuando no hay fecha, con uno de mis mejores amigos, que ahora es policía. Ahí recordamos nueestra infancia porque él fue el que me enseñó a jugar. No había muchas niñas y tuve que acoplarme a los juegos que ellos jugaban. Me acoplé. Como yo era bien extrovertida, bien social, no me importó. Aprendí a jugar bastante bien, me gustó y me quedé hasta hoy.
¿Cómo era esa infancia? Salías a jugar por las tardes, luego del colegio, o solo los fines de semana?
A mi familia no le gustaba que yo jugara. Me habían puesto en la mañana en el colegio y yo queria jugar toda la tarde. No te miento. Terminaba de almorzar rapidísimo, veloz, y me iba a jugar. Jugaba desde la una hasta la hora que tenía permiso, que era las seis de la tarde.
¿Pero tu familia sabía que en esas horas jugabas fútbol?
No, no. Yo me iba a la vuelta de mi casa y había uno, el arquero, que estaba en el borde de la esquina, donde se veía mi casa, y me decía "Ahí viene tu abuela" o "Ahí viene tu mamá". Ahí me iba y ello decían "¡Menos uno!".
Entonces visite más prejuicios por parte de tu familia que de tus amigos...
Exacto. Ellos nunca me excluyeron o me insultaron, en ningún momento. Incluso, ellos me buscaban para jugar. Me llamaban o me veían en las noches, cuando salía a comprar con mi mamá, y me decían "Nahomi, mañana, por si acaso", sin decir que era para jugar fútbol. "Sí, sí", les decía yo. Así era mi infancia: jugar a escondidas de mi familia.
¿Y cuándo se enteraron tus familiares?
Yo creo que siempre supieron, pero, como nunca me vieron, no lograron encontrarme, no tenían pruebas. No tenían dudas, pero tampoco pruebas.
En todo caso, ¿en qué momento empiezas a jugar con autorización?
Cuando les comenté que si, en algún momento, llegaba a la Selección, que era uno de mis sueños, podría viajar a un sudamericano, representar a mi país y, regresando, podría tramitar una beca en cualquier universidad. Tal vez no completa, pero sí algo considerable que podrían pagar. En ese tiempo, no tenían para pagarme una universidad privada, y, para una pública, tenía que meterme a una pre, para estudiar un montón, y mi familia no tenía (dinero) como para que yo estudie en una pre después del colegio. Ahí se interesaron, al ver que el fútbol me podía abrir puertas para poder estudiar y tener una carrera.
¿Y cumpliste el trato?
Mira cómo es la vida, que este año me gradúo de la universidad. Están tranquilos, me siguen apoyando, van a mis partidos. Yo no me imaginaba que ellos podrían ir a mis partidos, celebrar mis goles o hacerme críticas constructivas. ´Mi mamá trabaja de lunes a sábado. Cuando juego sábado, lo ve por celular y, cuando llego a casa, me dice "te falta esto, antes hacías más esto". Siento más apoyo, más confianza, porque ellos se sienten orgullosos de mí por lo que he logrado, no solo deportivamente, sino también de la mano de los estudios, que es lo que ellos querían.
¿Quiénes integran tu familia?
Yo vivo con mi tía, mi prima, mi mamá, mi abuela y mi abuelo.
¿Tu abuelo influyó en que juegues o no?
No, nunca se metió. No me dijo "no juegues", pero tampoco me apoyó o me dijo que juegue. Estuvo distante. Se hacía el loco, no quería pelear con mi abuela o con mi mamá.
¿Eres la única de tu familia a la que le gusta el fútbol?
Sí, aunque mi abuela, debido a todo esto del fútbol, ya comenzó a ver. Se ve toda la Liga Femenina, se sabe nombres de la mayoría, de diferentes equipos. Me va diciendo "tal númeor juega así, entra por acá". Tiene mapeados los partidos, los equipos. "Esta tiene amarilla" o "a esta le sacaron roja", me dice. Ya tengo a alguien que vaya analizando por mí los partidos.
¿Qué edad tenías cuando convences a tu familia de jugar?
Ya salía. Tendría 16 años. Estaba en un equipo de Santa Anita, que era de hombres sub 18. Yo jugaba con ellos en el estadio de Santa Anita.
¿Cómo así llegaste a ese equipo?
Porque es de mi tío. Mi tío, para ayudar a evitar que los niños entren a la delincuencia, creó un equipo de fútbol para trabajar. Mi tío, para ayudar a evitar que los niños entren a la delincuencia, creó un equipo de fútbol para trabajar valores. Una vez fue a visitarme y me puse a jugar, me dijo "oye, juegas". Nunca tuvo problema. Siempre supo. En un punto, conversó con mi familia y fue alquien importante para yo poder seguir jugando fútbol.
¿Cuál fue el siguiente paso?
De ahí, pasé a Real Maracaná. Estuve en banca casi toda la temporada. Estaba Adriana Lúcar, que estudiaba en Estados Unidos y venía de vacaciones a jugar. Sus vacas coincidían con la temporada, y, en ese tiempo, jugaba. Era una excelente referente, ahora es una de las máximas referentes del fútbol femenino. Antes era mi referente. Lo sigue siendo, pero ahora también es mi amiga. Llegó un momento en el que la entrenadora me dio la oportuniad de jugar unos 20 minutos y di todo de mí, jugué bien, contra JC Sport Girls, que era el clásico. Di un buen partido, alguien de la Selección me vio, conversó con una amiga y le digo que yo vaya a la pre selección. Desde ahí me quedé en la Selección. Tuve mi primer viaje a los 16 años.
¿Alguna vez le dijiste a Adriana que era tu referente?
Sí, siempre lo supo. En Sporting Cristal ya conversamos más. Siempre lo supo.
También pasaste por Alianza, ¿no?
Sí. En Real Maracaná estuve dos años. De ahí, paso a Alianza, dos años. De ahí, Fuerza Cristal uno o dos años, y luego en Cristal dos años más.
Y ahora en Universitario. ¿Qué se siente haber estado en los tres clubes más populares?
Bien porque se fijaron en mi talento, confiaron en mí en ese momento. Aprendí del equipo, de mis compañeras y entrenadores. Saqué provecho de cada uno de ellos. Eso es lo que ahora soy. Estoy agradecida. Sumaron bastante para mi, recién me estaba metiendo en fútbol femenino porque yo venía de equipos de hombres, así que fue bastante provechoso para mí.
¿Por qué dejaste de jugar de centrodelantera?
Porque los entrenadores me probaron en otras posiciones y me gustó bastante de extremo. Ahí me quedé, me siento mucho más cómoda.
Además tienes gol...
Sí, o sea, encaro bastante, entro en diagonal, juego a pases, paredes. Si se da la oportunidad de meter gol, lo meto. Si tengo que dar pase, también lo doy.
¿Qué estudias? ¿Fue por la beca gracias al fútbol?
Sí fue por beca. En la Ricardo Palma, estudio noveno ciclo de psicología. A fin de año me gradúo.
¿Y quieres ejercer tu carrera?
Sí, obvio. Estoy haciendo mis prácticas pre profesionlaes. Me estoy centrando en tema organizacional, voy por ese rubro, pero me gustaría entrar al rubro de la psicología deportiva. Sé que en algún momento las piernas no van a dar para jugar. El fútbol no dura toda la vida, por eso quise tener una carrera, para tener un soporte.
Entrenas, juegas, estudias y trabajas. ¿Cómo divides tu día?
Ahorita, como estoy en últimos ciclos, todo es por web. Mis prácticas también son virtuales. Las conseguí así para acomodarme. Entreno con la 'U' en la mañana, pero en Campo Mar, salimos temprano y pierdo toda la mañana, llego a mi casa a entre 1:30 y 2:00 pm. Ahí nomás me baño, almuerzo y agarro la laptop para terminar mis trabajos, ver lo de la 'chamba' y entrar a clases.
¿Qué fue de los amigos con los que jugabas de niña?
Con algunos perdi rastro, otros fueron por mal camino, Erick -el que me enseñó a jugar- es policía y sigue siendo mi vecino. Tengo otro amigo, José Manuel, que viajó a España cuando yo tenía 13 años. Éramos los tres, siempre. Jugábamos en el mismo equipo de competencias de barrio.
¿Alguna vez has pensado qué harías si no jugabas fútbol?
Yo siempre quise estudiar psiclogía. Creo que hubiera trabajado para tener dinero para pagar mis estudios.
¿Qué objetivos tienes profesionalmente?
A corto plazo, ganar los partidos que vengan. El objetivo es campeonar. Desde el año pasado buscamos eso. No solo es un objetivo personal, sino del grupo.
¿Quedó la espina del título 2021?
Sí, claro. Si no campeonas, obvio queda la espinita de campeonar. Este año vamos en busca de nuestra revancha. Vamos a ver qué tal nos va. Personalmente, espero buen campeonato, buena Libertadores, si es que vamos, y jugar en el extranjero, porque siempre quise. Ojalá se dé. Tengo que hacer las cosas bien.
¿Qué mensaje le darías al hincha que va a alentarlas?
Quiero invitar a los hinchas a que nos sigan apoyando. Nosotras estamos haciendo nuestro máximo sacrificio para sacar los partidos adelante. Que vayan el sábado a alentarnos.