Por: Fabián Rozo
Bien se definen como “muy tranquilos”. De pocas palabras, timidez marcada y hasta baja voz. Pero una vez están con raqueta en mano y frente a la mesa, se transforman. Gritan cada punto a favor, se dan ánimo entre sí y sacan fuerzas de donde no tienen para luchar hasta el final.
Estuvieron a un set de disputar el oro bolivariano en los dobles mixtos del tenis de mesa, pero al final el bronce reconoció el esfuerzo de Isabel y Felipe Duffoo, dos hermanos peruanos que llevan el deporte en la sangre y que le dieron a su país otro podio en estos juegos para aspirar al tercer lugar en el tablero general.
Ella, de 22 años, pese a ser mayor por dos, se inspiró en su hermano. “Mi mamá nos matriculó a los dos en una academia. La dejé porque al comienzo no me entusiasmaba; él sí continuó, empezó a competir internacionalmente, y eso me motivó a retomar y seguir entrenando. Desde ahí, represento al país y disputamos torneos internacionales”.
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“Tenemos bastante comunicación, confianza y seguridad, que se afianzan mucho más por el vínculo familiar”, confiesa Felipe, estudiante de tercer ciclo de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima, quien, al igual que Isabel, lleva al tenis de mesa y la formación académica de la mano. Su hermana cursa sexto ciclo de Comunicaciones e Imagen Empresarial en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
Caminos distintos en su formación profesional, como el estilo de juego. Ella elogia de Felipe: “La buena derecha, define muy bien y le mete bastante efecto a la bola”; mientras que él admira de su hermana: “La velocidad, el control y tranquilidad que tiene en la mesa”.
Compitiendo son uno solo, tanto que afuera, si bien tienen enfoques y gustos diferentes, siempre compaginan. “Cuando alguno falla, no nos reprochamos o reclamamos, más bien nos animamos entre los dos. Nunca nos recriminamos mutuamente, nos apoyamos y este bronce es el premio a esa buena relación”, destaca Isabel.
“Ambos somos fuertes mentalmente”, resalta Felipe, quien además confirma que “la clave para entenderse es decir las ideas y nunca pelear”.
Por supuesto, la preparación también justifica este tercer lugar bolivariano. “Entreno entre cuatro y cinco horas diarias. Ella, tres, porque tiene más horas de estudio; pero en casa tenemos mesa y practicamos juntos por momentos”, agrega.
Isabel es la quinta y Felipe el sexto de ocho hermanos. Y no son los únicos tenimesistas de la familia. La tradición del hogar Duffoo Guevara comenzó con Moisés, de 24 años, quien le dio prioridad al estudio y trabajo; mientras que Samuel, el menor de 11 años, ya está entrenando. Todos son orgullo de Manuel y Carmen, los padres que les inculcaron el deporte como lección de vida.