Hola, soy Víctor Reyes, ‘Vitito’ para todo el mundo. Nunca fui goleador en mi carrera profesional, en el fútbol peruano. Eso sí, cuando anoté en la ‘selva de cemento’ me sacaron en andas. Historias, me sobran. Relatos, abundan. Hechos reales que parecen mitos, leyendas. Es que, cuando calentaba la pólvora, ‘mojaba’ más que Paolo Guerrero y Gianluca Lapadula juntos. La historia de hoy en los ‘Expedientes V’ ocurrió cuando jugaba en Deportivo Municipal.
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El día que estrenaron ‘Atracción fatal’ estuve con mi canchita y gaseosón en mezanine del cine ‘Porteño’, en el Callao. Fue en 1988 y nunca imaginé que, once años después, iba a vivir una historia parecida. ¿Quién no ha tenido un amor enfermizo?... ¿Acaso no hubo una ‘loca’ en tu historial?... Yo he jugado con los corazones, también lo hicieron con el mío. He atrasado y he sido tramposo hasta por diversión. Pero siempre había salido ‘fresh’, listo para una nueva aventura. Hasta que me pasó algo que me dejó con los nervios de punta. En aquella ocasión, me sentí un ‘Michael Douglas negro’ perseguido por una ‘Glenn Close’ más arrebatada que la de Hollywood.
ME EMPILÉ CON UNA ‘SHAKIRA’
Un domingo divertí a la tribuna. Hice correr a mis delanteros con mis pases en callejón. Yo era un ‘6′ con quite y cabeza levantada. Al estilo de Sergio Busquets y Luka Modric . Horas después, me hicieron correr a mí. La cosa es que acabado el partido me metí a mi Mazda rojo y fui a una pollada en Breña con veinte ‘mangos’ encima y el tanque de gasolina hasta la mitad. Me ubiqué estratégicamente en un ‘córner’ para ver a las chicas bailando y moviendo sus curvas. Mis ojitos brillaron cuando vi a una chatita, blancona, con bonita figura, que movía las caderas como Shakira.
Tiré maicito y cayó en la trampa. Como ya no tenía efectivo y en ese tiempo no había ‘Yape’ para las ‘chelas’, la saqué del tono y la subí a mi ‘nave’ donde siempre había una botella de ron-cola. Nos sazonamos más. Me dijo para hacer ‘cositas ricas’. No me hice de rogar y embalé al hostal ‘Kariokas’, en Lince, cerquita al Hospital del Empleado.
ME CENTRARON Y ME VOLVÍ ‘EL FUGITIVO’
Justo cuando entrábamos a la cochera se apareció mi ‘oficial’ de esa época, que vivía conmigo en Surco. Empezó a gritar y armó tremendo ‘chongazo’. Algún ‘largador’ me centró y le avisó que me había escapado con otro ‘material’. Me puse ‘blanco’ y fugué mismo Richard Kimble, en la película ‘El Fugitivo’. Pisé el acelerador en reversa y salí disparado del lugar. Mi ‘firme’ chapó un Tico y me siguió. Al estilo de ‘Rápidos y furiosos’ íbamos por las calles de La Victoria. Miré por el retrovisor y no me perdían de vista. Arranqué por la avenida Grau, luego la Vía Expresa y puse turbo. Pensé que la había librado.
Subí por el puente Angamos y me estacioné en un grifo. Quería tomar aire y la pierna se me había acalambrado de tenerla pisando el acelerador. Bajé la luna y el Tico ¡¡estaba a mi costado!! Me habían alcanzado. Descendió mi novia y me gritó: “¡Baja a esa p… del auto!”. La chatita se ofendió y le tiró el vaso de ron en la cara. Aproveché la confusión y saqué la ‘cola’ por avenida República de Panamá. No me detuve hasta llegar a la puerta de una comisaría. Me alcanzaron y tuve a mis dos ‘chicas’ frente a frente.
Ellas se agarraban de las ‘mechas’, no pude separarlas y los ‘tombos’ tuvieron que hacerlo. Salió un capitán y gritó: “¡Qué pasa aquí!”. Antes de que ellas me adelantaran le respondí: “Vengo a sentar una denuncia. Estas dos señoritas me acosan sexualmente”. El oficial me miró y se mató de risa: “Oye, zambo, ¿acaso tú no te has visto en el espejo...?”. Su broma me desagradó y lo ‘parché’: “Señor, conozco mis derechos. Usted, dedíquese a tomar mi manifestación”.
MI MUJER ME QUISO CLAVAR CUCHILLO DE COCINA
Las muchachas se sentaron lejos una de la otra. Me acerqué donde un efectivo policial y le pedí que me deje ir a casa con mi conviviente. El guardia me advirtió: “Eso te va a costar, no te va a salir gratis”. Le aclaré que no tenía ‘fichas’ y le prometí que regresaría al día siguiente para darle una propina. Le dejé mi carné de jugador de Municipal como garantía. Tomé de la mano a la ‘oficial’ y salimos de la dependencia. Ella le sacó cachita a la ‘otra’: “¡Ya ves, se va conmigo porque es mi marido…!”.
Llegamos a nuestro departamento y saqué de la refrigeradora seis cervecitas para reconciliarnos. Ella lloraba, mientras yo le explicaba las cosas. Le pedí perdón y juré que solo había sido un desliz. Después hasta la pegué de ofendido por no confiar en mí y tener que hacer un escándalo en la calle. Empezamos a brindar y cuando estuvo ‘picada’ se acordó de mi travesura. Fue a la cocina a buscar un cuchillo de la cocina y me lo quiso clavar. Me correteó unos segundos hasta que logré calmarla y se quedó dormida en el sofá. Pasaron varios meses para poder sacármela de mi vida. La relación se volvió tóxica y yo paraba pensando que podía hacerme algo mientras estaba indefenso.
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Allí aprendí que después de una travesura, no puedes dormir de espaldas con la mujer. Las dos fueron parte de mi currículum amoroso. Una vive en el extranjero, la otra ya tiene su familia. Pobres maridos, imagino lo que estarán pasando con ese par de chicas. Quedé traumado y ya no veo películas de acoso. Moraleja: No juegues con una ‘loca’, porque varios no pudieron contar su historia como yo. Nos vemos el próximo jueves…
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