Nació el 30 de junio de 1960, pero la leyenda de Maradona se construyó en apenas 10.6 segundos. Bajo el sofocante calor del mediodía mexicano, el argentino hizo realidad lo que nunca nadie había podido hacer: el gol perfecto. Ciento catorce mil personas, instaladas en las tribunas del estadio Azteca, fueron testigos del “Gol del Siglo”, el gol del Diego a Inglaterra en el Mundial de 1986 con el que pasó a llamarse ‘D10s’ o ‘Barrilete Cósmico’. Su más grande creación, aunque no fue de ninguna manera una jugada improvisada. Pocos saben, pero seis años atrás ya lo había ensayado. En otro escenario, pero ante el mismo rival.
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“Al gol se lo puede llamar de muchas maneras. Es el gol soñado, pero lo quiero llamar “Gracias al Turco”, por mi hermanito. Yo había hecho una jugada muy parecida en Wembley, cuando perdimos 3-1 y yo jugaba por primera vez con la selección mayor en Wembley y en vez de enganchar para adentro, le jugué la pelota a la derecha, creyendo que podía definir con tranquilidad y se me fue para afuera, por centímetros”, narró Maradona en 2005, durante una de las ediciones especiales de La Noche del Diez, su programa de TV.
Wembley, también conocido como la “Catedral del fútbol”, escenario donde a inicios de mes Argentina derrotó a Italia en “La Finalissima”, el partido que enfrentaba al campeón de la Copa América con el de la Eurocopa, fue el mismo que vio a Diego Armando Maradona realizar el primer y único intento del “Gol del siglo”.
Fue un martes 13 de mayo de 1980. El ‘Pelusa’ por entonces tenía 19 años, aún jugaba en Argentinos Juniors y tenías esa cabellera crespa tan perfecta que siempre lo caracterizó. Ya había jugado con la Sub20 y la selección mayor; de hecho, aún guardaba dentro de sí la ira por no haber sido citado por César Menotti al Mundial 1978 que se realizó en Argentina. Pero Maradona quería comerse el mundo y lo demostró en el único partido que disputó en Wembley.
El encuentro fue amistoso y terminó con victoria por 3-1 a favor de Inglaterra gracias al doblete de la leyenda del Liverpool, David Johnson y uno del extraordinario Kevin Keegan. Daniel Pasarella descontó para los sudamericanos. Pero todo quedó de lado por obra de arte que realizó el petiso que dominó el mundo como si dominara el balón mientras calienta escuchando “Live is Live”.
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