Entonces, mientras los invitados se toman selfies con el Nene Cubillas, ambos, Reynoso y Valera tienen una breve charla en un aparte de la ceremonia. Las luces rojas de neón no ocultan la concentración con que el 9 de la U escucha. No fueron más de 10 minutos. El técnico de Perú le pidió paciencia -el titular crema en ese momento era Ema Herrera-, mucho entrenamiento -su salida de Arabia lo hizo perder varios días- y, sobre todo, que nunca pierda de vista el gran objetivo para un delantero de este tamaño: volver al extranjero.
Tres meses después, Alex Valera es el gran goleador de la U, y acaso, la joya exportable del fútbol peruano de hoy. Todo, por saber escuchar.
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Quizá se puede decir ahora, dado el tiempo que pasó. Y quizá debo ser cuidadoso, porque se trata de jugadores que ya no están: algo se había roto ya en el plantel estudiantil al final del año pasado. Algo no conectaba. El electroshock que significó la salida de 15 jugadores del plantel trajo como consecuencia un nueva competencia y un vestuario más colectivo y con menos ego. Encima, llegaron futbolistas hechos en la honestidad con el compañero y la transparencia ante la decisión del entrenador. Ema Herrera es un caso notable: lo ficharon como el gran 9 del año crema y a las dos semanas le trajeron a Valera. Nunca pidió nada extra. Fue el primero en grabar el viral de intriga sobre su llegada. Y fue lo que algunos técnicos llaman “un buen suplente”, cuando Compagnucci decidió que el titular era Valera. Nunca se quejó y siguió llegando minutos antes de la 8, y practicando los tiros libres con Calca, Cabanillas, Bolívar o Polo. Y hablándole a Valera sobre algún secreto del oficio aprendido en Argentina, Ecuador, o México.
Cuando las cosas cambiaron, y Fossati rotó, siguió llegando a la misma hora y pateando todas las veces que su memoria de goleador lo requería. Y siguió entrenándose mejor porque así, solo así, la competitividad por el puesto se eleva. Y porque así, los viejos sabios como el técnico que tiene, terminan decantándose por jugar con dos 9. Por qué no.
La noche del viernes, minutos antes de que Alex Valera se convierta en el primer jugador en anotar dos hat trick seguidos para la U en el Monumental y haya marcado siete goles en sus últimos 3 partidos, el argentino metió un bombazo después del pase de su socio peruano y entonces, quedó graficado un momento Kodak, preciso para un equipo como la U siempre está reconstruyéndose.
Se miraron, sacaron el rifle y apuntaron a matar.
La foto ya es viral, se hablará en los dominicales, pero sobre todo, es la madera de la que está hecho este equipo. Porque si un equipo tiene a dos 9 en este estado de gracia, puede ocurrir cualquier cosa al final del año, pero siempre va a salir a matar. Así era la U cuando su centrodelantero se llamaba Lolo.