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“Nosotros queremos buscar un perfil de entrenador con un fútbol más ofensivo, que pasemos más tiempo en el campo rival que el nuestro. Ese es el perfil que estamos buscando”, expresó José Bellina, director deportivo de Alianza Lima, en setiembre del año pasado, cuando se consumó la salida del argentino Carlos Bustos del cargo. Pasó casi un año desde entonces, pero esas palabras adquieren vigencia ahora debido al contexto del cuadro blanquiazul. Y el pensamiento no cambió mucho. De hecho, el perfil del próximo técnico toma como base la propuesta de juego ofensiva; pero también agrega algo que faltó con ‘Chicho’ Salas: la experiencia necesaria para cumplir esa función.
Entonces, un DT de corte ofensivo que combine su idea de juego con la eficacia de manera exitosa no basta para ser entrenador de Alianza Lima. No es suficiente. Hace falta mucho más. Con base en la situación que atraviesa el equipo en el campeonato, donde no ganan hace tres partidos consecutivos, también es necesario un técnico que convenza con su discurso al plantel y los motive como lo hizo Salas en su momento. Ese cambio de chip es urgente, porque significaría un punto de inicio para lo que será el nuevo proceso. Y casos como esos hay muchos. Solo hay que mirar a la vereda del frente, donde Jorge Fossati tomó las riendas de Universitario y enderezó el camino que había dejado Carlos Compagnucci. Entró con nuevo discurso a la vena, convenció a sus jugadores y los potenció individualmente. Hoy, la ‘U’ tiene el sello del uruguayo y gana, empata o pierde bajo ese mismo sello.
La diferencia, claro está, figura en la trayectoria de cada entrenador. Los números de Salas son impresionantes y pocos técnicos en el mundo han logrado lo que él consiguió en menos de un año. Sin embargo, carece de esa trayectoria que sí tiene su colega, un DT que dirigió selecciones nacionales y ganó títulos internacionales en su momento. Y esa trayectoria se gana a través de los años, algo de lo que Salas carecía desde que asumió el cargo en reemplazo de Bustos. ‘Chicho’ lo hizo bien, le puso su sello el año pasado a Alianza Lima, pero ahora lo perdió y el plantel necesita de otro aire, de un entrenador con un discurso renovado y una hoja de vida experimentada.
Los blanquiazules poseen el mejor plantel del fútbol peruano, con individualidades que desbordan y ganan partidos. Pero eso no garantiza el éxito a fin de año. Hace falta cohesionar ese talento individual en lo colectivo. Y allí, el próximo entrenador tiene una tarea por cumplir. Quien asuma el buzo victoriano tendrá uno de los retos más difíciles no solo por lo que significa dirigir a uno de los clubes más grandes del Perú, sino también por lo que está en juego. El tricampeonato es el único objetivo que tienen en Matute. De no conseguirlo, sería un fracaso deportivo. Ahora, están a tiempo de corregir y tomar decisiones para lo que viene. En escoger al DT no se pueden equivocar.
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