Los detractores podrán afirmar que la contundencia de Verstappen se debe al monoplaza. Dirán, con ligereza, que con otro vehículo no sería líder o que cualquier piloto en la parrilla con el mismo monoplaza morado estaría peleando por el título. Pero basta con observar el rendimiento de Checo, el segundo piloto con más victorias en la temporada, para darse cuenta de que Red Bull no es un Transformer que se enciende y arrasa con todo a su paso. El éxito de Max es la comunión perfecta entre el piloto y la escudería. Red Bull no es solo un equipo, sino una estructura diseñada en torno al tricampeón.
“El monoplaza Red Bull está configurado de una manera única que se construye en torno al piloto principal, y ese es Max. Y, mira, entiendo perfectamente por qué. Al fin y al cabo, puede que termine siendo el mejor piloto de todos los tiempos. Pero él tiene un estilo de conducción muy diferente y le gusta que el coche esté configurado de una manera específica que es difícil de sincronizar para muchos pilotos. Por supuesto, puedes ajustar tu propio coche, pero en general, el Red Bull se adapta al estilo de Max”, comentó en su momento Albon sobre la conjunción perfecta entre el tricampeón y la escudería.
Una categoría monótona es un riesgo. El deporte siempre tiene un factor de azar, pero Max le ha quitado esa variable a la Fórmula Uno. Muchos sienten que el dominio del holandés ha inyectado aburrimiento a la división. La compañía Buzz Radar presentó recientemente un informe que combinó análisis reales y datos de inteligencia artificial para estudiar 70 millones de publicaciones de aficionados en redes sociales durante la última década. Sus datos sugieren que las menciones a la F1 en las redes sociales han disminuido un 70,2% en los primeros seis meses de esta temporada en comparación con el mismo período de 2022, con una disminución del 46,29% en el número de nuevos seguidores y un 64,10% en el alcance social.
Ante esta realidad, la FIA se preocupa de que el espectáculo que están construyendo, y que impulsan intensamente con el protagonismo de Estados Unidos en el campeonato (con tres fechas programadas y la llegada inminente del equipo Andretti-Cadillac), comience a desinflarse debido a la recurrencia de la dominación de Max. Verstappen pulveriza a sus rivales y carece de empatía, no tiene el carisma de Vettel, la excentricidad de Lewis Hamilton o la versatilidad de Fernando Alonso. Verstappen tiene el carisma de un científico descubriendo una nueva cepa mortal. Es seco en el podio, contundente por la radio y tajante frente a los micrófonos. “Esto es para lo que siempre he trabajado. Toda mi vida. Si ahora la gente empieza a decir que es aburrido, que así sea. Pero también conozco la otra cara de la moneda, así que no creo que sea aburrido en absoluto. Si les aburre, es una apreciación muy personal”, admitió tras romper el récord de más victorias consecutivas.
Más allá de las objeciones y las emociones, en la frialdad del asfalto, Max ha sido el mejor sin lugar a dudas. Un campeón digno en medio de su temporada más sólida. Este título representa su consagración más contundente, sin las dudas del 2021 ni los duelos del 2022. Es un campeonato que deja una huella imborrable. La tercera corona de Verstappen. Tres títulos en nueve temporadas, desde su debut en 2015 con Toro Rosso. ¿Este logro lo lleva al olimpo de las figuras emblemáticas de la categoría? Sin lugar a dudas, al comparar sus tres títulos con los de Senna, Piquet, Lauda, Stewart y Brabham. Es más, de ese quinteto glorioso, Verstappen puede jactarse de ser mejor que Brabham y Piquet, quienes lograron su tercera corona en sus duodécimas y décimas temporadas, respectivamente. Para superar a Senna, Lauda y Stewart, quienes obtuvieron su tercer título en su octava temporada, tendrá que sumar un título más en la extensa carrera que le queda por delante. Un desafío perfectamente alcanzable para el mejor piloto de estos nuevos tiempos. Larga vida a Max.