- Luis Cruz López
- Redactor
La mayoría de hinchas argentinos no quieren que Messi se vaya. Justificable. Tienen al mejor jugador del planeta, el que les asegurará la clasificación a Rusia 2018. El que podría hacerlos tricampeones del mundo. Del resto, queda la duda. ¿Qué los motiva a pedirle al argentino que continúe con su selección?
Verlo en la cancha puede ser una opción. Sus goles imposibles o jugadas inimaginables hace que cualquier aficionado del fútbol quiera disfrutar de su talento en todos los partidos que pueda. Sin embargo, ya lo podemos ver en Barcelona, allí donde rompe todos los récords. ¿Qué necesidad tenemos de pedirle que lo haga por Argentina?
Falta de liderazgo. Escondido en finales. No es Maradona. Múltiples argumentos que se escuchan por parte de los aficionados y la prensa mundial. Los no-argentinos. Una especie de reclamo hacia el 10 por no ser el crack del Barcelona. Por no permitirnos disfrutar de verlo ganar otro trofeo, el más importante del continente o el más importante en este deporte que tanto nos apasiona, la Copa del Mundo.
Messi no nos deja ser parte de la historia grande del fútbol. No nos alcanza con el “yo vi al mejor jugador del mundo”. Queremos el “yo vi al mejor jugador del mundo ganar un mundial”. Esa redundancia que todavía no logramos y que no depende de nosotros. Y le reclamamos por no hacer su mejor partido en una final. No nos da la imagen levantando la copa para su país. El titular de 1970 o de 1986.
Luego aparece, para muchos, el grito desesperado que suena a súplica, del #Lionotevayas. Esa decisión, tras la final con Chile, aniquila la esperanza de hacernos testigos de la historia grande de este deporte. Como diciéndole a Messi que recapacite, que esta a una copa (la de Rusia), a siete partidos, de que se termine la novela. Para que no lo deje sin un final.
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