24/11/2024

Perú, entre La Paz y el infierno: crónica desde la tribuna donde se coreó que Juan Reynoso deje la selección [VIDEO]

Hace un año

Perú quedó relegada al último lugar de las Eliminatorias en un partido en el que se acentuó el rechazo por el técnico de la selección. Desde Bolivia, nuestro enviado especial nos relata cómo la hinchada blanquirroja vivió la derrota ante los altiplánicos.

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Una vez superado el último umbral de seguridad policial, el primer vistazo a la cancha y las graderías del coloso donde el club Bolívar funge de local aguarda una sorpresa que, horas antes de la cita, sonaba a un delirio provocado por la altura: parece haber más peruanos que bolivianos. No tengo la seguridad de que sea como lo pienso, pero intuyo que a todo hincha se le debe estar cruzando por la cabeza aquel cliché que reza que en La Paz, más cerca de las nubes que de la tierra, hay una gran oportunidad para tocar el cielo, asegurar la permanencia en el limbo de las Eliminatorias y evitar, a como dé lugar, aquella derrota que supondría que los 12 mil fanáticos peruanos desaten su propio infierno.

Los aficionados hacen ebullición cuando el plantel de la Bicolor salta al campo de juego para los trabajos precompetitivos. El desorden de las arengas se alínea cuando los titulares ensayan tiros al arco. Cada atajada genera elogios y cada gol se celebra como tal.

Pronto, fanáticos de ambas escuadras entran en calor a través de la disputa de quién grita más fuerte. Atrás de mí, en voz baja, un hincha boliviano le dice a su pareja peruana “ustedes son el rival que más ruido hace y también son el que peor se va”. Ella le responde: “Recuerda que solo pueden hacer olas los que tienen mar”.

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Clima de tensión

El himno peruano retumba, pero es inevitable escuchar cómo los cánticos bolivianos provenientes de la tribuna sur se intentan sobreponer, así como las pifias de la zona preferencial. A diferencia de los encuentros disputados en Asunción y Santiago, no hay respeto en torno al distintivo nacional. Pese a que algunos compatriotas quieren hacer lo propio cuando es el turno del rival, muchos más son los que piden el decoro que se les fue negado.

Los pasajes primigenios tras el arranque del partido traen consigo una metamorfosis tribunera que recorre una ruta irregular desde el entusiasmo hasta el suspenso. Aunque el planteamiento del director técnico Juan Reynoso promete un carácter más ofesivo en contraste a lo visto hasta la fecha, las constantes desconexiones entre sus líneas erigen malos presagios.

Por el lado del contendiente, es la escapada de Henry Vaca, en el minuto 20, la que despierta a la afición local. El error en despeje de Carlos Zambrano, sumado al bloqueo insuficiente de Alexander Callens, dejan al meta Pedro Gallese sin la posibilidad de frenar el fuerte disparo cruzado que le da el gol y la primera alegría de la tarde a los de casa.

Después del tanto, para los peruanos, el tránsito hacia el final de la primera parte se debate entre la incredulidad y el desconcierto. En la media cancha la elaboración se hace cada vez más dificultosa, mientras que el mismo grupo de muchachos que se coló en la fila intenta explicar cómo es que “quema” la pelota cuando el oxígeno es insuficiente.

Sin ideas destacables, Franco Zanelatto y Joao Grimaldo procuran superar a los laterales rivales y, las veces que lo logran, culminan sus jugadas en centros infructuosos que son fácilmente interceptados por la defensa de La Verde. El cabezazo de Gianluca Lapadula detenido por el portero Guillermo Viscarra enciende el entusiasmo de una tribuna norte que, aunque no deja de alentar, empieza a mostrar signos de su molestia. El juez central anuncia la llegada del medio tiempo. Desde lugares indistintos algunos confirman su enojo: “¡Fuera Reynoso!”.

Aunque las cabinas de prensa se encuentran a una buena distancia, los hinchas también saben dar sus propios datos. Es revivida la memoria del último gol peruano en La Paz (2012), marcado por Juan Carlos Mariño, además del recuerdo de la expulsión al DT Juan Carlos Oblitas en el empate a cero de la eliminatoria de 1998.

A medida que el partido transcurre entre cambios e intentonas de gol improductivas, como el zurdazo lejano de Luis Advíncula o los dos tiros bloqueados a Bryan Reyna, las críticas también se enfilan contra Federación Peruana de Fútbol (FPF) por el alto costo de los tickets para los partidos de local.

Hay hinchas provenientes de Juliaca, Puno, Arequipa, Cusco y Lima que, en algunos casos, debieron hacer viajes de hasta 12 horas para llegar al Hernando Siles. Un muchacho que es parte de un grupo que se encuentra casi en el punto más alto de la tribuna dice que a veces parece que es más sencillo llegar a La Paz que a Lima, que “es más fácil ser peruano en otro país”. Un señor de bufanda roja le complementa que el precio de las entradas para ver a Perú en el Estadio Nacional no tiene justificación y que “es casi imposible conseguirlas”. Desde abajo le replican: “¿Por qué en Lima están tan obsesionados con sacarse fotos (durante el partido)?”.

Mientras los minutos pasan, el ambiente se calienta. La apuesta ofensiva de Reynoso por buscar el empate encuentra el resultado opuesto cuando un contragolpe boliviano iniciado por Ramiro Vaca, y finalizado por él mismo, estira la ventaja para la escuadra local.

El epílogo del encuentro, en el que Bolivia desperdicia numerosas ocasiones para anotar un tercer gol, caldea los ánimos, sobre todo en las zonas en las que se registra mayor presencia de hinchas bolivianos. Insultos, cánticos agraviantes y gestos soeces son el repertorio del día y de seguro ameritarán ser revisados por la Conmebol.

En la tribuna norte, de amplia mayoría peruana, ya se ha demarcado un punto sin retorno entre los aficionados y el técnico de la selección. Los que no se habían sumado a los coros contra Juan Reynoso ahora ya lo hacen. Se reedita el rechazo visto contra Argentina en la caída de hace un mes. El pitazo final no hace más que incrementar la frustación.

El técnico de la bicolor es el primer integrante del comando técnico y del plantel en retirarse a través de la manga instalada para la salida de Perú, último lugar de las eliminatorias. En ese momento, el “Fuera Reynoso” en boca de todos nos confirma que La Paz pudo ser el cielo, pero se ha convertido en un infierno no solo para él, sino para todos. Con el DT rumbo a la conversación con los medios de comunicación, los jugadores deciden acercarse a la hinchada. Esta les contesta con aplausos.

Tras tantas horas de viaje, algunos se niegan a irse de las butacas, lo que obliga a la policía a emplazar una rápida salida. En los exteriores del Hernando Siles hay quienes escuchan que Renato Tapia le dice a Movistar Deportes que los jugadores hacen oídos sordos al pedido de la hinchada de que Reynoso deje el buzo de la selección.

Más allá, en el frontis de un local de comida rápida, otro puñado de fanáticos se ha reunido para oír la conferencia de prensa del director técnico. “Mi contrato es por todo el proceso”, se le escucha asegurar. Es entonces que una joven que está dentro del tumulto, y que no alcanzo a divisar, le responde algo parecido a “ojalá que como hinchas nuestro compromiso también acabara allí”.


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