En el Parque de los Príncipes, en aquel mayo ya lejano del 2022, la emoción se palpaba en el aire. Los hinchas, ansiosos por lo que el presidente del PSG, Nasser Al Khelaifi, tenía que decir antes del enfrentamiento contra el Metz. Y fue en ese momento cuando Al Khelaifi anunció la noticia que todos esperaban: la renovación de Kylian Mbappé. La escena fue como un cuento de hadas para el cuadro parisino: el dirigente junto a Kylian, este, sosteniendo orgullosamente una camiseta con el número “Mbappé 2025″. Pero, como en toda obra maestra, había matices que escapaban a la vista del espectador común. Aquella renovación, tenía fisuras, detalles que solo se revelarían con el tiempo.
Resulta que el contrato no era tan claro como parecía. Dos años, más uno opcional unilateral para el delantero, en lugar de los tres inicialmente anunciados. ¿Una táctica de Al Khelaïfi para retener a su joya por más tiempo? Quizás. Pero eso no importaría mucho en el futuro, cuando la relación entre Mbappé y el presidente se desmoronara.