27/09/2024

Maxloren, el futbolista precoz: la historia del niño que madrugaba por una pelota y casi perdemos en pandemia

El pasado Martes 10

Maxloren, el futbolista precoz: la historia del niño que madrugaba por una pelota y casi perdemos en pandemia

Sin querer, Maxloren Castro encarna a los 16 años y un poco más, la urgencia sentimental de un país futbolero por encontrar un nuevo ídolo. Esta es parte de la historia de un adolescente que no había terminado la primaria cuando el Perú de Gareca clasificó a Rusia 2018.

Sin querer, Maxloren Castro encarna a los 16 años y un poco más, la urgencia sentimental de un país futbolero por encontrar un nuevo ídolo. Esta es parte de la historia de un adolescente que no había terminado la primaria cuando el Perú de Gareca clasificó a Rusia 2018.

También los zapatos y las chapitas de Coca Cola.

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Maxloren no recuerda a detalle el día que la selección peruana volvió a una Copa del Mundo luego de 36 largos años. Tenía diez años cuando Christian Cueva se falló el bendito penal frente a Dinamarca y seis el día que Ricardo Gareca era presentado como nuevo seleccionador de la Blanquirroja, allá por el lejano 2015.

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Maxloren Castro 16 años, 9 meses, 2 días

Rusia 2018 le es tan lejano como los tiempos en que se usaban los teléfonos fijos y el Hi5 era la red social de moda. La noche en que Jefferson Farfán y Christian Ramos le dieron la victoria a Perú en el repechaje ante Nueva Zelanda, el ahora futbolista se pasaba el día pensando en si una pelota podía ser el regalo de cumpleaños perfecto porque en unas semanas alcanzaría su primera década de vida. Max, como le dicen sus amigos y su familia, no entendía con precisión la magnitud de la hazaña que narraba Daniel Peredo. Solo era un chiquillo que correteaba en una pista con arcos imaginarios.

Maxloren Castro convenció de inmediato a Jorge Fossati. (Foto: Selección Peruana).
Maxloren Castro convenció de inmediato a Jorge Fossati. (Foto: Selección Peruana).

Max y el silencio

Maxloren ahorra sus palabras como si se tratara de ahorrar luz o agua en casa. Siempre ha sido muy responsable. Habla muy poco, pero nunca fue tacaño con el saludo. Siempre, desde que pisó por primera vez las instalaciones de Sporting Cristal en el Rímac, allá por el 2018, con diez añitos, vocalizaba con la mesura de un agente secreto y la seguridad de Lionel Messi en el área, un ‘buenos días’, ‘buenas tardes’ y el infaltable ‘gracias’.

Quienes lo han visto trabajar este año con el primer equipo rimense coinciden en que es un chico reservado, pero muy atento y respetuoso; dice lo justo y a veces tropieza con esa inocencia propia de un adolescente que crece entre grandes. “Es un caballero, siempre educado”, coinciden los colegas que a diario visitan las instalaciones de La Florida para la cobertura de los entrenamientos del primer equipo.

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Max llegó a menores de Sporting Cristal cuando tenía 10 años. Entonces entendió que para conseguir algo valioso en la vida era necesario hacer muchos sacrificios. Ya lo sabía desde más chico porque en casa nunca faltó un pan sobre la mesa, pero tampoco sobró uno. Su pasión por el fútbol convenció a muy temprana edad a sus padres de que ese era su camino. Es así que sus primeros pasos los daría en en la academia FC Tiwinza Los Potrillos.

Luego, cuando dio el salto al Rímac, aprendió que para descansar no importa mucho el dónde, basta saber que se puede. Su amor por el fútbol tuvo, además, que resolver un problema: la distancia. Entre su casa, en el Callao, y la sede del Rímac, habían unos 16 kilómetros de distancia. La única manera de llegar a tiempo para dejar a Max y luego partir con prisa al trabajo, era viajando en taxi.

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Viaje al futuro

Papá es el responsable de llevarlo, pero para lograr la epopeya debían madrugar. Así, Maxloren se levantaba a las cuatro de la mañana y terminaba siendo uno de los primeros en llegar al club. En el asiento de atrás, el ruido del tráfico y el sobresalto por las pistas accidentadas de Lima acompañan su sueño. Duerme a pesar de todo. Sueña con que todo el esfuerzo -pronto- valdrá la pena. Era el primero en llegar a las instalaciones del cuadro celeste y así fue por buen tiempo.

En un simulacro constante de choque, debido al pésimo tráfico de Lima, Max invierte su tiempo en dormir, pero también una buena parte en revisar las tareas del colegio. Sabe muy bien que en casa no habrá un futbolista que saque a su familia adelante si desaprueba algún curso. Se empeña.

“Quiero agradecer a mis padres por todo lo que estoy viviendo. Ellos son responsables de mi situación actual”, es el mensaje de Maxloren en un video institucional de la Federación Peruana de Fútbol que lo aprovecha para transmitir esperanza y empatía en medio de una crisis deportiva que tiene a la selección peruana en la lona de las Eliminatorias. Tiene 16 años y no es culpa suya que su sorpresiva convocatoria inspire, o mejor dicho, reavive esa urgencia sentimental de un país futbolero por encontrar un nuevo ídolo.

Max perdió dos años de fútbol por culpa a la pandemia. Según reseña el diario Depor en un informe, el futbolista dejó de participar en las inferiores de Sporting Cristal en los años 2021 y 2022 debido a la emergencia sanitaria. El reto era mantener el sueño para que no se disuelva en esos dos años en que las competencias y los entrenamientos se redujeron considerablemente. Todo pudo pasar. Tirar la toalla felizmente no era una opción para la familia Castro. En 2023 volvieron al ruedo.

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El futbolista precoz

No todo le ha venido de golpe, aunque así parezca. Hace 10 meses empezó a entrenar con el primer equipo de Sporting Cristal gracias al buen ojo del brasileño Enderson Moreira. En enero debutó y en febrero anotó su primer gol, fue ante Carlos A. Mannucci y, como todo en su corta vida, el tanto le costó más de la cuenta. Fue una jugada dividida en la que se metió al corazón del área. Centro de Gonzáles y el chiquillo de 16 años que terminaría definiendo con el hombro. Quiso celebrar, quiso gritarlo, pero el golpe le impidió levantarse y tuvo que ser felicitado en el suelo. Martín Cauteruccio (37 años), que podría ser su padre, fue quien lo abrazó y lo mimó hasta asegurarse de que Max estuviera repuesto para seguir jugando.

Luego, con la lesión de Joao Grimaldo y su inminente venta al extranjero, fue el entrenador Guillermo Farré quien decidió apostar por Max y darle el titularato de extremo izquierdo. El resto es historia. El primer día que Max se sumó como apoyo para los entrenamientos de la selección peruana, Jorge Fossati quedó sorprendido por su rendimiento y descaro. Ante la baja por lesión de Franco Zanelatto, el uruguayo no dudó en elegir a Maxloren.

En la última actualización de Transfermarkt, Max vio un aumento significativo en su valor. Pasó de estar valorado en 400,000 euros a finales de mayo a 700,000 euros en la actualidad, lo que representa un incremento del 75% en los últimos tres meses. “El fútbol y el estudio van de la mano. Tan pronto como termino de entrenar, me mentalizo para comenzar a estudiar. Sí hay vida después del fútbol”, dice Maxloren de Valora Fútbol, la agencia que lo representa. Siempre se ha esforzado por seguir las reglas, aunque en la cancha la rompe.

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