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Para nadie es un secreto que Paolo nació y creció en las divisiones menores de Alianza Lima. Perteneció a la categoría 84 y coincidió en ese equipo con Jefferson Farfán, su amigo de toda la vida y con quien le hubiese encantado jugar en el primer equipo. A la ‘Foquita’ le llegó el llamado para conformar el plantel del Centenario en 2001. Paolo tuvo que esperar un poco más. Roberto Holsen, Roberto Farfán, Eduardo Esidio y Waldir Sáenz le obstruían el paso.
Pero la llamada llegó en enero del próximo año. Franco Navarro, técnico de Alianza Lima en ese entonces, lo consideró en los trabajos de pretemporada y el sueño del debut parecía aproximarse para Paolo. “Todo depende de uno y de lo que quiera el profesor. Estamos listos para asumir retos”, decía en enero, según guarda en sus páginas el archivo de El Comercio. Franco lo hizo jugar en la derrota 2-1 contra Peñarol por la Copa El Gráfico, donde ingresó por la ‘Foca’ Farfán en los últimos minutos y llevó la 20 en la espalda, y también lo inscribió para la Copa Libertadores 2002. Solo había que esperar el estreno oficial en el campeonato peruano.
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Paolo Guerrero y dos oportunidades fallidas
Cuando empezó el Torneo Apertura, el nombre de Paolo no apareció en lista hasta la fecha 3. Franco lo convocó, junto al ‘Zorrito’ Aguirre, para el partido del 10 de marzo contra Melgar, en Matute y con más de cinco mil espectadores (nada comparado con las 27 mil almas que lo recibieron el día de su presentación). Ese día, Paolo esperó su oportunidad. Holsen, la ‘Foca’ y Waldir tuvieron minutos como siempre, mientras que Guerrero permaneció sentado y miraba a Franco de rato en rato aguardando la señal para hacer su ingreso.
Y esa oportunidad nunca llegó.
El partido iba 2-0 a los 60′ con goles de Pepe Soto y Juan Carlos Bazalar. Alianza tenía la ventaja, manejaba la pelota, pero algo no terminaba de convencer a Franco. El técnico pudo hacer lo que hizo ante Peñarol: permitir el ingreso de los juveniles como Paolo y Aguirre (Farfán no fue convocado), pero el descuento de Juan Montenegro a los 81′ le dio vida a Melgar. Si en algún momento por la cabeza del DT pasó ese día colocar a Guerrero, el 2-1 le dio la certeza de que el partido debía acabar con los que estaban. En el último cambio (en ese entonces eran solo tres variantes), hizo ingresar a Ryan Salazar por ‘Manzanita’ Hernández, mientras que Paolo observó en primera fila cómo su debut oficial debía esperar un poco más.
Tres días después la oportunidad volvió a tocar la puerta de Paolo. En las horas previas al partido contra Cerro Porteño por Copa Libertadores, en Asunción, Guerrero recibió el llamado de Franco y quedó concentrando con el resto del primer equipo. Había chance de debutar y en un torneo grande como ese. La noche antes del 13 de marzo no durmió: por su cabeza daba vueltas una imagen suya vistiendo la blanquiazul y anotando un gol, tal y como lo hacía en la reserva del club. Tenía condiciones para hacerlo, por algo estaba en Alianza, pero necesitaba ese ‘cachito’ de confianza.
El día del partido llegó y Paolo esperó, otra vez en el banco, la posibilidad de entrar. Por cómo se desarrolló ese compromiso, las cosas no salieron bien. Fue un 2-0 que se cerró el minuto 64 y dejó a Alianza sin posibilidades de clasificación. En honor a la verdad, Paolo pudo entrar con un partido ya definido para intentar darle otro aire al equipo, pero al lado en la banca tenía a la ‘Foca’ Farfán. Franco decidió meter al más experimentado y, con eso, las puertas del debut oficial se cerraron por segunda vez.
Paolo Guerrero y una espera de 22 años
Lo que vino después fueron una serie de acontecimientos movidos para Paolo y Alianza Lima. “Guerrero está en problemas”, tituló El Comercio a fines de marzo. Paolo, de 18 años, desistió de viajar al torneo Costa Brava en España con la Sub 20 del cuadro blanquiazul. El jugador argumentó una lesión al tobillo con pruebas médicas ajenas a la institución, pero los exámenes del club lo negaron. Algo estaba mal.
El papá de Claudio Pizarro, en representación del agente Carlos Delgado, acudió a Matute para hablar sobre el futbolista y de una posible oferta del Bayern Munich de Alemania. “Se trata de una prueba, no de una oferta porque no se habló de ningún monto económico”, aclaró en ese momento Peter Ramsey, quien era vicepresidente del club y el responsable de derivarlo con Carlos Flores, representante de menores. La consigna era despejar cualquier duda sobre la posibilidad de que Guerrero se vaya de la institución.
El tema se dilató entre posibles sanciones al delantero, pero sin hechos concretos. En abril, Paolo decidió salir de Alianza Lima, sin firmar contrato profesional, y pasó las pruebas en el Bayern Munich a fin de mes. En julio quedó fuera de la selección Sub 20 y alistó sus maletas para enrolarse con el cuadro bávaro. La historia después de eso la conocemos todos. Paolo fue anunciado como refuerzo en septiembre y jugó en la reserva del club alemán. Con el tiempo, subió al primer equipo y fue ganándose un nombre en el fútbol internacional hasta convertirse en el crack que es.
Desde entonces hasta hoy, pasaron 22 años, toda una vida llena de emociones, éxitos y desencuentros, con una clasificación al Mundial incluida en 2018 y un subcampeonato de América doloroso en 2019. Pero el camino seguido por Paolo conducía a un solo destino: regresar a Alianza Lima. Jugadores como él nacieron predestinados a hacer historia, cerrando un círculo que el goleador empezó a trazar cuando era chico.
Y esa larga espera sin poder debutar de forma oficial también tiene fecha de caducidad. El sábado 14 de septiembre el cuadro blanquiazul recibirá en Matute a Mannucci, en un partido que adquiere un simbolismo importante y un tinte de romanticismo para los más sentimentales. Ese día, el último galáctico de la categoría 84 marcará su debut con Alianza Lima después de 22 años y dos intentos fallidos. Paolo tiene una cita con la historia y depende de él que ese momento pase de inolvidable a totalmente heroico con un gol incluido. La pelota está en su cancha y él sabe cómo cuidarla.
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