"Llegar a este club es como un sueño del que no despierto. Se me da una oportunidad única y espero aprovecharla, es una ilusión muy grande jugar en este club, y la verdad no veo la hora de firmar el contrato y poder ir a la pretemporada para encontrarme con mis nuevos compañeros". Lucas Alario , tal vez, ni se acuerda de sus primeras palabras, lanzadas al viento con la timidez de un joven con sueños de grandeza. Había pisado el Monumental con un bolso en la mano, con más dudas que realidad, con más futuro que días confiables en aquel tambaleante Colón, su anterior equipo. No se imaginó -ni siquiera lo soñó, la aventura se construyó día a día, casi sin darse cuenta- todo lo que consiguió en poco tiempo. Goles, reconocimiento, títulos de los grandes -entre ellos, la Copa Libertadores, con una actuación estelar-, una posibilidad intacta de emigrar a Europa y... hasta una citación en el seleccionado, en la nueva etapa que gobierna Edgardo Bauza. A los 23 años, lo tiene todo. Con una marca que se refleja en la historia: casi, casi, siempre, anota goles en los partidos decisivos.
Como anoche, cuando anotó el segundo, con un cabezazo, luego de otro impacto desde las alturas. Como cuando le marcó a Guaraní, en las semifinales de la Copa Libertadores. Como cuando le convirtió a Tigres, de México, en la finalísima que sigue en la memoria de todos. También, cómo olvidarlo, en el choque contra Sanfrecce, en la antesala de la final contra Barcelona, en el Mundial de Clubes de Japón. Alario, siempre Alario. O los goles de Alario, siempre los goles que resuelven embrollos, que espían la gloria. La Recopa Sudamericana -otra más en las prestigiosas y abarrotadas vitrinas millonarias- se celebra, también, con otra de sus conquistas determinantes.
La cláusula de rescisión es de 15 millones de dólares. Ante la posibilidad evidente de que Inter la pagara, el club de Núñez le mejoró el contrato y, por eso, permanecerá, al menos, hasta fines de diciembre. Alario también decidió quedarse, cuando las tentaciones eran millonarias. Rodolfo D'Onofrio, el presidente, fue claro tiempo atrás. "Le vamos a mejorar el contrato. Es intransferible hoy", comentó. "En Europa interesa, pero concretamente no hay nada, es todo muy prematuro", había contado Pedro Aldave, el representante. "A la larga o a la corta, va a tener una transferencia. Es muy bueno para él y será muy bueno para River también", había explicado.
Su claridad conceptual, su ambición por el triunfo, fueron vitales, según la mirada de Patón, en esta suerte de reconstrucción del seleccionado. Al citar a Alario, se definió su intención: que el joven sea parte del día a día junto con estrellas, como Leo Messi, Kun Agüero o Fideo Di María. Tal vez, no juegue ni un solo minuto en los próximos desafíos contra Uruguay y Venezuela, por las eliminatorias. El asunto va por otro lado: ser parte, pertenecer, aprovechar su momento. Sobre todo, a futuro. "Su convocatoria es debido a todo lo bueno que viene haciendo. Es un jugador joven que seguramente aprovechará la oportunidad", explicó Bauza.
Alario es de selección. Mucho antes que eso, en junio de 2015, apenas empezaba la revisión médica mirando cada rincón de la historia rica del Monumental. Hasta se sorprendía con algunas figuras, como Javier Saviola. Se comparaba con el Conejo, de deslucida última etapa. Su primer espejo cara a cara. "Todos son grandes delanteros y los seguí mucho, como a Saviola, que jugó en todos lados; ojalá yo pueda seguir los ejemplos de estos jugadores tan importantes". No sólo siguió el ejemplo: fue tocado por la varita mágica.