En el rincón más remoto de Alaska, donde el frío extremo y el aislamiento convierten las festividades en un lujo inalcanzable, el espíritu del Día de Acción de Gracias llega de una manera sorprendente: volando por los cielos. Esther Sanderlin, una intrépida piloto con una misión, ha transformado los vientos árticos en aliados para entregar pavos congelados a las comunidades más aisladas en Estados Unidos.
A bordo de su pequeña aeronave, cargada de esperanza y tradición, se asegura de que, incluso en los rincones más inaccesibles, las familias puedan reunirse alrededor de la mesa y celebrar esta fecha tan especial. Un ejemplo de calidez humana en el corazón del hielo.
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Llueven pavos en Alaska: la bonita acción de una mujer piloto en el Día de Acción de Gracias
En las vastas y remotas extensiones de Alaska, donde la red eléctrica y los servicios de entrega parecen un lujo lejano, una residente se ha convertido en la salvadora del Día de Acción de Gracias. Esther Keim, una mujer con un espíritu intrépido y una piloto excepcional, ha llevado a cabo una misión única durante tres años consecutivos: arrojar pavos congelados desde las alturas para que aquellos que no pueden acceder a tiendas de comestibles celebren una cena festiva digna.
El gesto nació de una conversación simple pero conmovedora, cuando Keim, en una visita a un vecino, escuchó cómo la familia planeaba dividir una ardilla en tres para la cena de Acción de Gracias. "En ese momento, pensé: 'Voy a llevarles un pavo desde el aire', porque recientemente reconstruí mi primer avión con mi padre y sé lo fácil que es hacerlo", comentó con entusiasmo.
El transporte por carretera en estas zonas es prácticamente imposible durante el invierno, y muchos residentes, que no cuentan con un sistema de caminos cercano, se ven obligados a conformarse con lo que pueden conseguir localmente. Pero el vuelo de Keim se ha convertido en un puente entre los hogares y las festividades. "Puedes volar si no necesitas aterrizar", explicó, destacando cómo su servicio aéreo se volvió esencial para quienes no tienen otras formas de viajar.
¿Cómo lleva a cabo Esther Sanderlin su exitosa iniciativa?
Ese año, Esther planeó lanzar entre 30 y 40 pavos sobre las áreas rurales del centro-sur de Alaska. Pero sus ambiciones fueron más allá: quería transformar su generoso acto en una organización sin fines de lucro, con el objetivo de llegar a más comunidades y garantizar que todos, incluso en los rincones más apartados, pudieran disfrutar de una cena completa y cálida durante las fiestas.
Keim organiza entregas de pavos en Alaska con un enfoque peculiar pero efectivo. Para llevar a cabo la tarea, se asegura de contar con un "lanzador de pavos" o, en ocasiones, se sube ella misma a la aeronave, mientras su amiga Heidi Hastings vuela el avión. Los pavos, comprados con donaciones a través de su página de Facebook, descansan en la cama de su camioneta hasta el día del vuelo.
Aprovechando el frío de Alaska, Keim no tiene que preocuparse por los congeladores y organiza la entrega contactando a las familias a través de redes sociales. No hace el aviso hasta que ve salir a las familias de sus casas, asegurándose de que el pavo caiga en el lugar adecuado.
A pesar de las complicaciones del clima en Alaska, como la nieve densa, Keim se adapta a las condiciones. Prefiere entregar los pavos sobre lagos congelados, donde la superficie plana facilita la localización. Con la intención de expandir su misión, su objetivo es crear una organización sin fines de lucro para seguir recibiendo donaciones y alcanzar a más comunidades.