Nacido en Santiago de Chile en 1945. Jugador que fue visto por el América gracias a un cuadrangular con el Colo-Colo, un equipo andino que surgió en 1925, ahí nació la historia con Carlos Reinoso. Un mediocampista que a los 17 años tuvo que abandonar su país natal para enrolarse en una de las instituciones que le cambiaría la vida radicalmente. Al final, los colores y el querer de la afición lo convirtieron en un fi el enamorado de los azulcremas hasta la actualidad, a sus 71 años. Así es el Maestro Reinoso.
"Mi vida, mi amor, para mí es un sentimiento muy especial ser americanista. La frase que más me ha gustado la dijo Emilio Azcárraga (Jean), al cual yo quiero muchísimo. 'Esta playera se defiende con la vida', eso significa para mí el América", asegura uno de los iconos del equipo.
Su historia se remonta a principios de los años 70, cuando el chileno, a su corta edad, fue comprado por Emilio Azcárraga Milmo (QEPD), el ex dueño del equipo en esos años. Al principio, la historia no fue fácil, la adaptación y la presión no le permitieron dar los resultados esperados en su primera temporada con la casaca azulcrema, situación que no descontroló al chileno. Su primer encuentro ante Chivas, además de haber encontrado el amor, fueron algunas de las razones por las que el casaca número 8 decidió quedarse en nuestro país.
"Me enamoré de una mexicana, y me enamoré del América, porque cuando pasó el Clásico 5-2 con Chivas, fue algo impresionante que uno lo veía en los toros, en esa plaza de España, que sacan los pañuelos. Ese día en el Azteca, había 120 mil personas, ese día quedó gente afuera del estadio, en el año 70. Entonces ver el estadio con todos los pañuelos blancos fue impresionante. Creo que en ese Clásico fui la fi gura, ganamos 5-2 y sentí que jugué uno de mis mejores partidos en México. Nació ese amor y explotó hasta el día de hoy", compartió.
Goles son amores, y así lo fue para el Maestro, que en aquella época se convirtió en cómplice dentro y fuera de las canchas de Enrique Borja, delantero legendario, quien también fue partícipe de ese campeonato junto con Reinoso en la temporada 1970- 71. Además de que ayudó a Borja a lograr el título de goleo en ese año con 20 anotaciones.
"Estuvimos peleados en un vestidor, por cosas de futbol, por diferencias de futbol, pero Enrique (Borja) significa un hermano, el mejor ser humano que yo tuve el gusto de conocer en un vestidor. Enrique es un ídolo y yo soy el anti-ídolo, yo soy un güey así de barrio, como Cuauhtémoc (Blanco), y éramos diferentes. Enriquito es un ser humano de diez, bajaba y nos salíamos por otro lado para no saludar a la gente. Con Enrique vivimos muchas cosas, futbolísticamente fue el mejor delantero, el más goleador que yo conocí en una cancha de futbol", manifestó Reinoso.
Sin embargo, no todo fue alegría durante su paso como americanista. Esos dos títulos de Liga, además de una Copa Interamericana ante el Boca Juniors en 1978, parecía que lo iban a convertir en alguien inmune en el conjunto americanista. Pero Reinoso tuvo que partir del equipo de sus amores en 1979, tras ser despedido por el dueño del equipo.
"Él (Emilio Azcárraga Milmo) me corrió del América, me corrió como un perro, porque nadie era más importante que el América. Yo acababa de hacer un gol el sábado y el lunes me corrió. Después me dio permiso de jugar seis meses con Coyotes Neza y ahí la pasé muy bien". Tras su paso por Neza, el Maestro fue llamado nuevamente al América para que regresara, no como jugador, sino como estratega del conjunto donde consiguió su primer título como técnico en la temporada 1983-84.
Consciente de lo que es el americanismo, Carlos Reinoso es y será un fi el seguidor del equipo, al que le gustaría nuevamente dirigir en una cuarta etapa (1981, 1998 y 2011) porque tiene como deseo poder regresar esas alegrías a un club y afición que lo convirtieron en una leyenda de una escuadra, que a sus 100 años, todavía tiene mucha historia por escribir.