25/11/2024

Ricardo Vasconcellos: Ojalá volvieran los torneos intercolegiales

Domingo 04 de Febrero del 2018

Ricardo Vasconcellos: Ojalá volvieran los torneos intercolegiales

El dilema está planteado en un Gobierno al que poco le importa el tema: Deporte o Drogas. Tal vez el presidente Lenín Moreno se dé unos minutos para hablarnos de este asunto.

El dilema está planteado en un Gobierno al que poco le importa el tema: Deporte o Drogas. Tal vez el presidente Lenín Moreno se dé unos minutos para hablarnos de este asunto.

El jueves último vivimos uno de los momentos más emotivos: la clausura de los Juegos Deportivos de Exalumnos Vicentinos y la premiación de los equipos y deportistas vencedores. Un acto brillante programado por la Fundación Conaviro (Colegio Nacional Vicente Rocafuerte) que tuvo como escenario el Auditorio Jaime Roldós Aguilera del centenario plantel. Cada uno de los actos dejó un recuerdo imperecedero. La emoción subió al máximo cuando ingresó al salón de honor la banda de guerra de exalumnos, integrada por muchos de los que tuvieron el honor de integrarla en sus años estudiantiles. Todos muy gallardos, luciendo los uniformes que son una réplica elegante de los que usaron en los desfiles octubrinos y en las conmemoraciones cívicas de la ciudad.

Al mando de la banda el más recordado de los cachiporreros, Washington Evangelista, hoy ingeniero civil. Pese a tener su brazo izquierdo amputado, el querido Wacho era el más aplaudido por la multitud por su original destreza. Un digno sucesor de aquellos que vi en mis tiempos vicentinos: Fernando Tamayo Rigaíl, Antulo Vera Manzo, e Iván Vancho Torres Palacios, mi compañero de promoción, quien, además era el gran goleador de la selección de hockey en patines, insuperable en los campeonatos intercolegiales en un equipazo en el que estaban, entre otros, Alberto Cevallos, Guillermo Valverde, Carlos Solórzano Constantine, Freddy Astudillo, Javico Iturralde y otras estrellas dirigidas por Miguel Migucho Coello y Elmo Cura Suárez.

La ceremonia fue presidida por Frank Granja, actual rector del plantel; y Jorge Moreno, presidente de la Fundación. Frank fue uno de los deportistas más brillantes en la historia de nuestro colegio. Brilló en el balompié desde sus tiempos de seleccionado del plantel e integrante de grandes conjuntos de la Liga Deportiva Estudiantil (LDE). Barcelona se fijó en él y lo llevó al primer equipo en 1987. Fue titular en la formación torera junto a Carlos Luis Morales e integró una defensa muy recordada: la de Jimmy Izquierdo, Frank Granja, Hólger Quiñónez y Claudio Alcívar. Fue campeón nacional en 1989 con los ya nombrados, más Tulio Quinteros, Julio Guzmán, Marcelo Hurtado, Galo Vásquez, Janio Pinto, Jimmy Jiménez, y Manuel Uquillas. Jorge Moreno Guerrero -hoy médico- fue seleccionado vicentino en béisbol. A él se debe la creación de la Fundación y el enorme prestigio que ha alcanzado junto a un equipo de antiguos deportistas como Polibio Moreno, Ricardo Montalvo, Gustavo Triviño, Iván Lascano, Norman Carrillo, Jorge Parrales y muchos más.

En la mesa directiva brillaba la figura señera de una leyenda del deporte nacional: José Carbo Robles, el querido Pepito Carbo, mago del básquet que integró una gran selección junto a Pablo Cabanilla, Mario Cabanilla, William Phillips, Carlos Valle, Eduardo Alarcón, Freddy Freire, Julio Castillo, Augusto Betancourth y otros nombres de lujo en el básquet guayaquileño. Cuando se graduó de bachiller lo nombraron director de Deportes del colegio y bajo su conducción (1956-1962) se produjo la época de oro del deporte vicentino. Un nombramiento de importante ejecutivo de un prestigioso banco internacional lo apartó del deporte colegial pero quedó la huella imborrable de su gran trabajo. Hoy es el gestor de la idea de fundar el Salón de la Fama del Deporte Vicentino. Una comisión presidida por Pepe, en la que están Otón Chávez Pazmiño, Aldo Vanoni, Gustavo Orellana y este columnista, coordinada por Iván Lascano, tiene todo listo para empezar la creación de esta obra destinada a perennizar la huella de los más grandes representantes de nuestro deporte.

El dilema está planteado en un Gobierno al que poco le importa el tema: Deporte o Drogas.
Tal vez el presidente Lenín Moreno se dé unos minutos para hablarnos de este asunto.
Hasta hoy no le hemos escuchado nada.

Se repartieron profusamente trofeos y medallas en fútbol, natación, ajedrez, voleibol, básquet y atletismo con la concurrencia de medio millar de deportistas. Durante y después del acto compartimos una jugosa charla con quienes lucieron la insignia de la VR en años pretéritos. Lucho Pollo Silva, César Jiménez y John Sálmon, nadadores; Hugo Limongi y Xavier Varela, futbolistas; Norman Carrillo y Alfredo García, microtenistas, Carlos Camatón, ajedrecista; Antonio Chico Rodríguez, voleibolista; y Ricardo Montalvo Rico, atleta, beisbolista y futbolista, entre muchos más. El tema central fue la necesaria resurrección de los torneos deportivos intercolegiales que vivimos intensamente en las selecciones vicentinas. Los intercolegiales fueron una de las bases firmes del progreso deportivo guayaquileño. Los escenarios se llenaban para ver en acción a los mejores atletas jóvenes que luego integraban las selecciones de Guayas y nacionales. Bajo la organización de la desaparecida Subdirección de Deportes del ministerio de Educación, en la que estaban los profesores Rómulo Viteri Baquerizo, Justo Nieto, Piedad Muirriagi, Víctor Zevallos Mata, Olga Ruiz Proaño y Telmo Fajardo Avilés, los certámenes intercolegiales eran esperados con entusiasmo.

Era común ver en el fútbol, por ejemplo, a los buscadores de estrellas que llevaban a sus equipos a los mejores. Grandes maestros ocupaban funciones de entrenadores. En el Vicente Rocafuerte vi en las canchas del viejo estadio a don Ramón Unamuno; en boxeo el técnico era el inolvidable don Manolo Vizcaíno; en básquet el formador de campeones era Fortunato Muñoz, y en natación estaba Gastón Thoret, el iniciador de la Segunda Época de Oro de la natación guayaquileña y ecuatoriana. En el baloncesto lasallano obraba el trabajo sapiente el descubridor de una generación: Juan Zerega, de cuya sapiencia surgieron Jorge Chato Mejía, Juan Sala, Luis Landívar, Shyler Nieto y otros grandes canasteros. Del Aguirre Abad, de la mano de don Édgar Andrade Álvarez nació a la fama Abel Jiménez Parra, aparte de haber creado atletas, futbolistas y nadadores.

Con los años y con el retiro de los miembros de la Subdirección de Educación Física, los colegios fueron olvidando el deporte. Los últimos diez años fueron fatales. Los colegios, entre ellos el Vicente Rocafuerte, despidieron a los entrenadores deportivos. Tras ellos, aprovechando esta medida, llegó una legión de traficantes de drogas y los estupefacientes fueron ganando la batalla.

El deporte es la mejor de las armas para combatir este flagelo, pero se necesita voluntad política de parte de los ministerios de Educación y de Deportes. El Gobierno es el responsable de comandar esta guerra contra el vicio. El rector Frank Granja se ha comprometido a revivir el deporte vicentino y de allí puede arrancar una campaña de emulación en los demás planteles. El dilema está planteado en un Gobierno al que poco le importa el tema: Deporte o Drogas. Tal vez el presidente Lenín Moreno se dé unos minutos para hablarnos de este asunto. Hasta hoy no le hemos escuchado nada. (O)

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