Nicolás Fuchs (Lima, 1972) es un reconocido corredor de autos peruano que le ha regalado a su país más de una alegría. Ha ganado Los Caminos del Inca (2009 y 2012), el Rally Italia Sardegna (2012), el Rally Argentina (2016) y en el 2017 logró la mejor participación de un peruano en el Rally Dakar, entre otros logros. Gracias a su empeño, ha logrado consolidar su carrera en el automovilismo, un deporte que básicamente sobrevive con el apoyo de auspiciadores y no del Estado. Raúl Vargas conversó con él en un nuevo episodio de Fuera de Serie sobre los hechos de su vida que lo llevaron a este deporte.
Siempre nos hemos preguntando de dónde viene el afán por el deporte. Este misterio nos ha llevado al desarrollo de múltiples disciplinas que dan orgullos a los países con las marcas, los récords y los títulos. Tu caso es de un desarrollo profesional desde el inicio y que nos ha dado satisfacciones enormes.
Desde chico era muy curioso acerca de cómo funcionaban las cosas, desarmaba la radio de la cocina, la licuadora. Era una curiosidad innata sobre lo mecánico. Yo nunca estudié mecánica, aprendí empíricamente, desarmando todo, le sacaba el motor a un juguete y lo ponía a otro. Me regalaban un carro a control remoto y duraba tres días. No jugaba, lo desarmaba para ver cómo funcionaba. Año tras año, cada desafío era más grande, hasta que me compré una moto en piezas y me dediqué a armarla solo, a pintarla, todos los detalles. Funcionaba solo una vez al mes (risas).
¿Qué era lo que te dominaba?
La curiosidad sobre cómo funcionaban las cosas, pero también me gustó, desde que comencé a montar bicicleta, la adrenalina, la velocidad, estar siempre en vehículo con ruedas y andar rápido. Me ‘saqué la mugre’ mil veces en la bicicleta, tengo cirugía en un lado de la cara por caerme. Cuando mis papás estaban de viaje, hacía las peores cosas.
¿Tenías un grupo de amigos que estaban en la misma onda?
Sí, también un primo que es mayor, tenía brevete y también le gustaba la mecánica. La pasaba con él en su garaje, ayudándolo en la parte mecánica, reparando su auto y viendo lo que pasaba.
¿Todo esto te llevó a imaginarte automovilista o ciclista?
Vinculado a la velocidad. Cuando cumplí 18 años, compré mi primer auto y recién pude manejar. Lo compré desarmado por 1,200 dólares. Vendí todo, ropa, juguetes, la familia no me lo pudo comprar. Me dijeron que lo harían si salía bien en el colegio, pero nunca salí bien en el colegio. Empecé a armarlo con el mismo primo. Demoré entre tres o cuatro años en terminar de armarlo, lo modifiqué siempre.
¿Qué estudiabas entonces?
Arquitectura, porque no me dejaron estudiar mecánica. Me dijeron que como mecánico no iba a ganar plata. Salía de la universidad, me iba a la oficina de mi papá y me quedaba armando el auto solo, de 10 de la noche a las 5 de la mañana. Dormía unas cuanta horas y volvía a estudiar. Armaba el carro un día y luego lo desarmaba porque había hecho algo mal.
¿A quién admirabas en esa época?
Mi papá siempre me inculcó el deporte. He jugado tenis, golf, fútbol. Siempre tuve competitividad, pero me gustaban más las cosas con ruedas. Comencé a armar el auto y empezó a caminar cada vez más. Era bien rápido, mi mamá me decía que me iba ‘sacar la mugre’ y que me iban a poner una jaula de protección, como si fuese un auto de carreras. Cuando ya tenía también asiento de carreras, todavía no tenía alfombras o radio.
¿Cómo llegaste a la profesión automovilística?
Un día llegaron desde Trujillo unos chicos para correr las seis horas peruanas. Los ayudé con su auto, terminé acompañándolos y me invitaron a una carrera callejera en Trujillo para correrla con mi auto. Lo hice y me encantó. Me pregunté qué había que hacer para correr autos. Comencé a tocar puertas, buscar auspicios, buscar un auto netamente de carrera que ya haya corrido. Compré uno usado, era una chatarra, pasé armándolo un año y fui a mi primera carrera. Tenía 23 años. No había terminado mi carrera, pero trabajaba en arquitectura con un amigo, que fue mi socio. Con eso ganaba plata para solventar mi auto.
¿Cómo es el automovilismo como deporte?
Siempre fue muy fuerte en el Perú y en Sudamérica. Hubo autos y pilotos icónicos, hay un legado grande. En mi caso, yo mismo solventé mis carreras al inicio.
¿Cómo es un auto de carreras?
Lo primero es que tenga seguridad: barras, asientos de carrera, cinturones de carrera, uniforme de carreras. Admite como máximo dos pasajeros. Luego puede variar la preparación de motor, los cambios, los frenos, los demás. En los autos que armaba compraba todo usado. En la primera carrera avancé 200 metros y se rompió. Cambié algunas partes y comenzó a mejorar. Ese año salí subcampeón nacional y campeón regional en la categoría más chica. Cuando mi familia vio que no podía contenerme para ir a las carreras, me dijeron que me iban a ayudar. Consiguieron un auspiciador, Castrol, que empezó el primer año con 100 dólares por carrera. Un amigo intercedió por mí y luego me dieron 40 mil dólares para poder correr el siguiente año ya en la categoría grande.
¿Qué significó para ti ese dinero?
Uf, el cielo. Ir de usar llantas usadas, todo usado, a poder comprar cosas nuevas para el auto. Cambiamos de auto a la categoría grande y obtuvo cinco títulos nacionales consecutivos. Castrol me acompañó en todos ellos. Empecé a tocar más puertas, porque ya tenía más nombre, y empecé a correr carreras más importantes.
¿Estamos en un renacimiento del automovilismo en el Perú?
Sí, en el rally hubo un momento increíble. Se corrió un campeonato sudamericano acá, venían autos de afuera, pilotos de afuera, fue un campeonato muy bonito, descentralizado, en todo el Perú.
¿Quiénes apoyan al automovilismo?
La federación y los clubes consiguen auspicio para organizar las carreras. Los pilotos van tocando puertas a marcas de llantas, de combustibles, de nutrición, a todo lo que va hacia un piloto. Mido 1.90 m. Cuando comencé a correr pesaba casi 100 kilos. Para ser más rápido tenía que ser más liviano. Lo más barato era bajar peso yo mismo. Hice dieta, vi temas de nutrición, comencé a entrenar físicamente muy fuerte.
¿Cuánto puede costar una carrera?
Depende mucho de dónde se participa. Normalmente el automovilismo se mide por kilómetros y según el auto. En una carrera de campeonato del mundo en Europa hablamos de 80 mil euros por carrera, entre llantas, mecánicos, el ingeniero, el coordinador del equipo, piloto, copiloto, gente de prensa, la gasolina, los pasajes, la ejecución y el desgaste del auto.
¿En América Latina cuáles son los países más importantes?
Una fecha en un campeonato de Argentina cuesta entre 20 y 25 mil dólares. Luego están Chile y Perú.
¿Cuáles son las características o condiciones que debe tener un automovilista?
La pasión es lo primero. Para mí, la pasión es todo y debes buscar a un grupo humano que tenga la misma pasión que tú, que todos piensen en el mismo sueño. Las carreras son muy ingratas. He hecho cursos en Suecia y en Finlandia en nieve, en Francia en asfalto, intentando siempre mejorar. Todo me lo financié yo, hay que pensar en el futuro. Si me va mejor, puedo lucir mejoras marcas y auspicios, tener mejor desenvolvimiento en los medios y en la prensa, se debe tener rebote mediático. Es importante conseguir auspiciadores que crean en el proyecto y te acompañen.
¿Cuáles son las exigencias para el desarrollo del automovilismo? Como piloto y como país.
El trabajo más grande para que el automovilismo crezca está más fuera de este que adentro. Como está el mundo, es la parte mediática y la cantidad de contenido que le das. Hubo disputas entre los clubes y las federaciones, lo que diluyó un poco el automovilismo peruano, pero se está retomando. Debemos tener bueno autos, buenos pilotos y mostrarlos al público. El rally es más difícil de mostrar porque no se corre en un circuito cerrado. El Mundial de Rally ahora lo pasan una hora en directo, antes no había la tecnología.
¿Qué haces luego de terminar un rally o una carrera? ¿Descansas un tiempo?
Para mí cuando acaba una carrera, empieza otra. Pienso en lo que hice en el rally anterior, en la carrera pasada, para llegar mejor a la siguiente y ser más competitivo. Termino y pienso en dónde me equivoqué, en qué puedo mejorar. Uno nunca para de aprender en la vida, hasta que me muera voy a aprender algo nuevo siempre, algún detalle.
¿Estás satisfecho con lo que has logrado en el automovilismo?
Sí, pero siempre quiero más. Más competitividad, más velocidad, más adrenalina.