El pasado verano, el Villarreal tiró de talonario e invirtió nada menos que 44,5 M€ en la contratación de nuevos futbolistas. Los amarillos se situaron como el quinto club de la liga más derrochador, por delante de otros grandes como el Valencia, y sólo por detrás de los poderosos FC Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla y Real Madrid.
Con esa importante cantidad de dinero, los castellonenses reclutaron al zaguero luso Rúben Semedo (14 M€), el centrocampista español Pablo Fornals (12 M€) y al delantero tuco Enes Ünal (14 M€). Asimismo, en este periodo, la directiva pagó unos 2,5 M€ por la cesión de Carlos Bacca, procedente del AC Milan, y otros 2 M€ más por hacerse definitivamente con los servicios del meta Andrés Fernández, hasta entonces cedido por el Oporto.
Aunque las lesiones de jugadores tan determinantes como Sergio Asenjo o Bruno Soriano también justifican su irregular arranque, lo cierto es que gran parte de los males del equipo tienen que ver con la escasísima aportación de los nuevos refuerzos. Sólo el joven Fornals, que ha aparecido con cuentagotas, ha comenzado a justificar tan importante inversión.
Rúben Semedo y Enes Ünal, dos fracasos cantados
De todos los casos, el más sangrante es, sin duda, el de Semedo. La secretaría técnica apostó por él para cubrir la sensible baja de Mateo Musacchio (traspasado al AC Milan), pero desde el arranque de curso quedó claro que ni su forma física ni, en especial, su manejo de balón estaban a la altura de un club que pelea por los primeros puestos. Que acumule apenas 4 partidos es un buen síntoma de lo desafortunada que ha sido esta inversión.
Tampoco puede sacar pecho el conjunto groguet por sus dos nuevos atacantes. El cafetero Bacca alcanza los 9 partidos disputados, pero su aportación al juego del equipo, más allá de los goles (3), ha sido prácticamente anecdótica; casi tanto como la del otomano Unal, un futbolista excesivamente frío que no ha logrado dejar ni un pequeño atisbo de la calidad que se le presupone.
Si a este factor añadimos otros tan sensibles como la regresión experimentada por jugadores del calibre de Nicola Sansone o Roberto Soriano o el aún irregular rendimiento de hombres claves como Mario Gaspar o Manu Trigueros es fácil entender porque, tras apenas dos meses de competición, el cuadro de La Plana ya se ha visto obligado a, incluso, cambiar de técnico (Javi Calleja ha sustituido a Fran Escribá).