Lewis Hamilton consiguió el domingo en México su cuarto campeonato de pilotos de Fórmula Uno, para unirse a un selecto grupo en el que hay solo otros cuatro integrantes. Lo hizo un año después de entregar la corona a su compañero de equipo en Mercedes, el alemán Nico Rosberg, quien se retiró en lo más alto, dejando una sensación de amargura en el británico.
Porque en 2016 fue la segunda ocasión en la carrera del inglés en la que terminó detrás del monarca. Le ocurrió en su campaña de debut en la máxima categoría, en 2007, cuando perdió el título en la última carrera ante el finlandés Kimi Räikkönen, de Ferrari.
Pero como ha sucedido esta vez, en 2008 se levantó de ese duro golpe y a los 23 años se convirtió en ese momento en el conductor más joven en la historia en coronarse en la F1.
Lo hizo con McLaren y de los 22 pilotos que manejaron en esa campaña, solo quedan cinco en la parrilla: Hamilton, Räikkönen, el brasileño Felipe Massa, el español Fernando Alonso y quien se ha convertido en su mayor rival, el alemán Sebastian Vettel.
“He sido bendecido y la he pasado muy bien en estos diez años, espero mantenerme aquí y continuaré dando lo mejor”, afirmó tras su coronación en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Después aguardó por su momento. Permaneció cuatro temporadas más en la escuadra de Woking, desde donde completó la sorprendente aparición de Brawn y luego la era de Red Bull, en la que Vettel consiguió cuatro títulos.
Para 2013, Lewis dio el salto a Mercedes, equipo que había regresado al Gran Circo en 2010 y que había confiado el desarrollo del auto a los alemanes Michael Schumacher y Rosberg, pero que dio un paso adelante con el cambio de reglas y la llegada del británico.
“No lo he conseguido solo, hay mucha gente en la fábrica que crea la mejor máquina para que pueda explotar mi talento, el movimiento de venir aquí fue el correcto, tomé el riesgo y obtuve resultados, ahora espero lo que vendrá en el futuro”, afirmó.
A partir de 2014, con la aparición del motor V6 comenzó la etapa de dominio de las flechas plateadas, con Hamilton a la cabeza. El británico conquistó el título esa campaña, después de ganar seis de las últimas siete carreras y repitió al año siguiente, cuando se impuso en 10 de los primeros 16 Grandes Premios.
Pero en la temporada anterior, saltó la sorpresa, Rosberg no quiso seguir a la sombra del inglés y protagonizó una rebelión, que obligó a su coequipero a intentar remontar con triunfos en las últimas cuatro competencias de la campaña, que no le alcanzaron para conservar la corona.
EL REGRESO DE LEWIS
El título de Rosberg sirvió como impulso para Lewis. Las reglas del serial cambiaron de nuevo para este 2017, con autos más anchos y el monopolio de Mercedes se puso en duda, sobre todo cuando Vettel, con su triunfo en Mónaco salió con una ventaja de 25 puntos sobre Hamilton, que fue séptimo.
La rivalidad alcanzó su punto más álgido en Azerbaiyán, cuando el británico bajó el ritmo de forma considerable detrás del auto de seguridad, lo que provocó que el Ferrari estuviera cerca de tocarlo, tras esa acción Sebastian lo alcanzó, lo golpeó de forma deliberada y ambos quedaron fuera del podio.
“Vi que renovó por otros tres años con Ferrari y pensé que no me gustará ese equipo las próximas temporadas, pero está bien, porque le pondremos las cosas complicadas para que gane campeonatos, ya quiero tener otra batalla contra él”, aseguró.
Al cumplirse en Gran Bretaña la mitad de la campaña, el germano ya solo estaba arriba por un punto y Hamilton comenzó la operación regreso: ganó en Bélgica, Italia, Singapur y Japón, para llegar a Estados Unidos con la primera posibilidad de asegurar el campeonato, que no se concretó por el segundo puesto de Vettel.
Pero lo hizo una semana después, en México, a pesar de tener su peor actuación de la temporada, al ser el noveno en ver la bandera a cuadros, después de un nuevo contacto con el alemán, apenas en la tercera curva del Gran Premio.
No importó, Hamilton celebró con la bandera británica en el Autódromo Hermanos Rodríguez y junto a su madre, que nunca había estado en el país, pero que viajó para ver a su hijo, ahora de 32 años, coronar una temporada en la que rompió el récord de poles en la máxima categoría y el empate de tres títulos que tenía, entre otros, con su ídolo, el brasileño Ayrton Senna.