¿Cómo evitar el caos en el transporte durante los Juegos Olímpicos de Tokio en verano (boreal) de 2020? La cuestión sigue sin respuesta pero una de las pistas en la que trabajan las autoridades es el teletrabajo, un concepto que les resulta difícil a los japoneses.
Los trenes ya son un calvario para algunas decenas de millones de habitantes de la megalópolis tokiota en las horas punta de la mañana. Al menor incidente, es un infierno: no se puede acceder a los andenes y en los vagones apenas se puede respirar.
Con ocasión de los JJ.OO., "esperamos más de 10 millones de visitantes y hasta 920.000 espectadores y personal olímpico por día", avisa Kasumi Yamasaki, responsable del dosier de transportes para los JJ.OO., en el seno de la municipalidad de Tokio.
Los operadores ferroviarios prevén aumentar la frecuencia de los trenes y metros, pero "las líneas circulan ya a plena capacidad en las horas punta de 07:00 a 09:00", explica a la AFP.
Los expertos esperan un aumento del 10% en el número de pasajeros en los trenes y temen un alza del 20% del número de automóviles en las carreteras, lo que podría provocar retrasos importantes y atascos muy peligrosos.
Si no se toman medidas drásticas, nos arriesgamos a tumultos fatales en las estaciones ferroviarias, ha advertido miles de veces el profesor Azuma Taguchi, de la Universidad Chuo.
Contra la cultura de empresa
El resultado: hay que convencer a los empleados de trabajar en su casa o al menos evitar las horas puntas. Pero en Japón, no ir al trabajo es un reto.
Para acostumbrar a las empresas y a sus empleados antes de los JJ.OO., las autoridades han decretado desde hace varios años "días de teletrabajo" en el período del 22 de julio al 6 de septiembre, correspondiente a la duración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Las administraciones y unas 3.000 empresas privadas -incluido el gigante automóvil Toyota- participan de esta iniciativa, pero hasta el momento las campañas de este tipo no han dado mucho resultado.
Además del hecho de que solo una parte de sus funciones pueden ejercerse en casa, hay más obstáculos, señala Kanako Nakayama, a cargo del teletrabajo en el Ministerio de Asuntos Interiores.
Las empresas a veces se muestran renuentes debido a las "preocupaciones sobre la seguridad de informaciones confidenciales (cuando se conecta desde una computadora distante), a la dificultad de controlar las condiciones de trabajo y porque la cultura de empresa insiste en la importancia de la comunicación en persona".
Oficinas balneario
Sin embargo, la experiencia demuestra que los que se quedan en casa no son menos eficientes. Al contrario. Yoshie Midorikawa forma parte de estas teletrabajadores convencidas.
Luego de dejar a su hija en la guardería, vuelve a casa y empieza su jornada encendiendo su computadora portátil y enviando un mensaje a sus compañeros a través de una aplicación de smartphone, avisándoles que está conectada.
"Así ahorramos mucho tiempo y energía evitando los trayectos cotidianos, en especial cuando los trenes van con retraso y hasta los topes", asegura esta mujer de 42 años, responsable de ventas de la firma de servicios informáticos Kunai.
Los expertos y los responsables gubernamentales esperan que los esfuerzos para el período de los JO puedan crear escuela para más adelante: "Es una ocasión para instalar el teletrabajo y crear así un estilo de vida sin estrés", valora el universitario Taguchi.
La deslocalización temporal de las oficinas en una suerte de localidades turísticas de teletrabajo también es una potencial solución.
Es el caso de Shirahama, ciudad del oeste del país que cuenta con dos edificios de este tipo, construidos con ayudas del Estado. "Destacamos la presencia cercana de playas, fuentes termales y un acceso fácil a un aeropuerto para las lanzaderas entre Tokio y este lugar de trabajo", precisa un responsable local, Masakatsu Ogawa.
Además de que los ingresos de la ciudad a través del impuesto de sociedades se han disparado, su población también se ha rejuvenecido con estos teletrabajadores urbanos. La localidad ya ha comenzado a planificar la construcción de un tercer edificio de oficinas. (I)