MENDOZA.- Esperó demasiado como para que su noche tuviese un desenlace tan traumático. La sorpresa fue grande porque hasta el estadio reaccionó de una manera particular. Es que su apellido fue asunto de debate permanente de los últimos días, porque Gerardo Martino no lo convocó para la última Copa América, pero Edgardo Bauza entendió que era su tiempo en la selección y desde el arranque. Todo potenció la expectativa. Por eso el llanto de Paulo Dybala. Es que estaba ante la gran oportunidad, pero su aventura terminó de la peor manera: una expulsión sobre el final del primer tiempo lo dejó sin aliento. Su imagen saliendo del campo con su rostro bañado en lágrimas, fue la síntesis perfecta de lo que representaba este desafío para él.
Si bien Dybala ya había jugado algunos minutos ante Paraguay, Brasil y Colombia en la ruta eliminatoria -entre octubre y noviembre del año pasado-, anoche estaba ante un compromiso que de alguna manera actuaba como un debut para el cordobés de 22 años. Nunca fue titular. Y después de quedar afuera de la Copa América de los Estados Unidos, Juventus no lo autorizó a participar de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. "Nunca tuve la oportunidad de jugar un torneo con la selección, compartir el plantel, conocer a mis compañeros, no lo pude hacer en juveniles", se lamentaba el cordobés en una charla con LA NACION, en mayo último. Anoche, además, fue titular por la lesión de Agüero.
Quizá la ansiedad o las altas revoluciones por demostrar que quiere tener un lugar en la selección lo hayan traicionado. El ex delantero de Instituto vio la primera amarilla a los 28 minutos, tras una infracción sobre Carlos Sánchez que sólo vio el árbitro Brascuñán. Pareció excesiva la sanción, que ya generaba una cierta preocupación para el propio delantero, porque ya tenía una amonestación que recibió en el partido por la segunda fecha de eliminatorias en 2015, en el empate sin goles ante Paraguay.
Pareció que se había quitado rápidamente de la cabeza esa situación, porque unos minutos después, tras una buena acción con Messi, con el partido sin goles, sacó un remate que dio en el palo izquierdo del arco de Muslera.
Sin embargo, sobre el final de la primera parte, Dybala llegó tarde a un cruce con Corujo y el árbitro decidió mostrarle la segunda tarjeta amarilla, que lo sacó del juego. Tan sorprendidos quedaron todos por esta situación, que hasta el capitán Lionel Messi se acercó a Brascuñán para impedir que expulse a Dybala.
El goleador de Juventus se tapó el rostro con la remera, un poco por impotencia, otro tanto porque sabía que dejaba a su equipo con un jugador menos, pero fundamentalmente porque sabe que este tipo de situaciones conspiran con sus aspiraciones de quedarse con un lugar en el ataque de la Argentina.