"Estoy muy feliz en River, amo a este equipo. Encontré mi lugar en el fútbol y me siento muy, muy, muy agradecido con la vida y con Dios de estar representando a un equipo tan importante a nivel mundial". La declaración, muy estimulante para los hinchas millonarios, pertenece a Juan Fernando Quintero, quien sin dudas estabilizó y relanzó su carrera en el club de Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. La duda es hasta cuándo lucirá la banda roja. O más que eso: ¿volverá a lucirla…? Hay pocos talentos como Juanfer en el mercado y la situación apretará a River contra la pared por dos motivos básicos: a) la pandemia ha reducido dramáticamente los ingresos en el fútbol; b) el dólar en la Argentina duplicó su valor; de cotizarse a 65 pesos el 16 diciembre, se vendía este viernes a 127. Y todas las figuras, especialmente extranjeras, tienen sus contratos dolarizados. Además, los cracks son los superhéroes que pueden salvar la economía de los clubes con sus transferencias. Desde marzo corre el rumor de que el Chicago Fire, de la MLS estadounidense está detrás del finísimo volante colombiano, cuyo sueldo mensual es de alrededor de 120 mil dólares. Es cierto que los convenios se firman con un dólar tope, digamos $ 60, pero ahora que la divisa se disparó, los futbolistas querrán actualizar esa cláusula o bien que les permitan marcharse. Y el Chicago Fire ofrecería US$12 millones por él.
Boca ya perdió un soldado: el defensor paraguayo Junior Alonso, quien señaló que no volverá al club, seguirá en Asunción y cuando acabe la cuarentena sería transferido al Lille, de Francia, en 3,5 M€. Serán los primeros de muchos. Podría decirse que absolutamente todos los profesionales del fútbol argentino están hoy en vidriera. Cualquiera que tenga una oferta, la presenta y se va. Muchos incluso se irán sin pagar pase, simplemente dejando de cobrar su contrato, otros pagando una pequeña compensación. La dificultad que se plantea es que, debido al alcance universal del problema, todos los clubes se ven afectados, todos tratan de reducir egresos y la forma más drástica es achicar plantel.
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Jorge Barraza: Libertadores: el once de la historia
El fútbol mundial comienza lentamente a sacudirse la modorra de la hibernación. Alemania dio el puntapié inicial y se espera que, en breve, otras ligas se reanuden también. No obstante, para que los flujos de caja recuperen la normalidad, pasarán meses. En especial hasta que se autorice a jugar nuevamente con público a pleno. Sin venta de entradas ni patrocinios ni televisión ni museos ni mercadeo, los clubes están comenzando a ahogarse. Porque los gastos siguen, al personal debe pagársele y los jugadores, en muchos casos, han aceptado una rebaja salarial (en otros no), pero es tanto lo que perciben que aún así las instituciones empiezan a endeudarse seriamente. Y en las ligas que se dieron por canceladas definitivamente, como Argentina, México, Bélgica, Escocia, Francia, Holanda, la situación podría ser más aguda dada la parálisis total. Otras esperan al menos, jugar a puertas cerradas para cobrar de la televisión.
Un cable informa que la Roma afronta una situación delicada por un pasivo declarado en la bolsa de Milán, donde cotiza, de 278,5 millones de euros. Esto la llevaría a desprenderse del joven Nicolò Zaniolo, de 20 años, considerado la joya del Calcio. La Roma, propiedad del millonario norteamericano James Pallotta, estaba casi vendida a su compatriota Dan Friedkin, aunque parece que este se frenó al desatarse la pandemia.
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Jorge Barraza: El once de todos los tiempos
El Werder Bremen reconoció haber pedido un préstamo millonario de un banco estatal en Alemania para realizar pagos. Lo devolverá en seis años con intereses. En su último año de gobierno, la directiva del FC Barcelona quiere una vez más maquillar su horripilante gestión a nivel deportivo con contrataciones ruidosas, pero esta vez basadas en el trueque, dos defensores por un delantero, un lateral y algo de dinero por un goleador… En general, el intercambio estará de moda.
Las deudas podrían acelerar el proceso de venta de clubes a magnates extranjeros, como el caso del Newcastle inglés, a punto de ser vendido al heredero del trono de Arabia Saudita Mohammed Bin Salman.
Los clubes buscarán sacarse de encima los contratos altos de jugadores con bajo rendimiento o que no sean titulares. Como las ventas se dificultarán, intentarán darlos a préstamo, aún sin costo, pero ahorrarán la mensualidad.
Los buenos-buenos mantendrán su valor. El Paris Saint Germain no le va a dar a Mbappé al Real Madrid por 30 millones porque estemos en cuarentena. Ese vale 300. Los cracks verdaderos, que no hay tantos, mantienen su cotización, Las medianías que estaban infladas sí volverán a un precio racional. A propósito del PSG, el jeque, su dueño, está enojado con los jugadores porque no aceptan recortarse sus ultramillonarios honorarios. Ni le atienden el teléfono. La frase más pronunciada por los actores del juego es “que paguen, estos tienen plata”.
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Jorge Barraza: Neymar: 111 millones de euros por 80 partidos
“Los clubes grandes pueden aguantar”. Es una opinión que hemos escuchado bastante en estos dos meses y medio de congelamiento. Pensamos al revés. Entidades como el Real Madrid, con un plantel de 26 profesionales con honorarios altísimos y con 16 cedidos a otros clubes a quienes paga todo o buena parte del salario, sufren un golpe muy duro. Los más chicos se arreglan mejor. Ninguno recauda, pero el de presupuesto más bajo eroga menos. A fin de temporada el Madrid contará con alrededor de 40 profesionales, tendrá que depurar y no será fácil, todos quieren achicarse, no agrandarse.
La canción de que ya nada será igual en el fútbol, que habrá un antes y un después del coronavirus, un después más moderado, no la creemos. Quizás un año, acaso dos de vacas flacas o de prudencia financiera, luego volverá la locura de los fichajes ultramillonarios y los contratos disparatados, porque todos tienen apetito de triunfos grandes, ligas, Champions. Para eso se requiere de talentos clase A. Y los representantes lo saben. Ellos no aflojarán.
La pandemia empobrecerá a muchos, pero no cambiará demasiado las cosas, en uno o dos años todo volverá a ser igual. (D)