Allí, donde caminar en corbata es normal y los autos último modelo avanzan raudos, él estaciona su moto, saluda con palmadas y responde a todos con su clásico: ‘Habla batería’. Jonathan Maicelo es un personaje construido desde lo auténtico y en los años que transita por las rutas de la inmediatez, pocas veces se le ha visto charlando sobre temas tan serios y profundos como esta vez. Su rol de hijo, padre y emprendedor ha sido tocado y así empezó esta conversación con un muchacho nacido en el Callao y con las ganas intactas de ‘comerse’ el mundo.
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Jonathan, ¿te sentiste discriminado?
Lo hicieron en la Municipalidad de San Isidro.
¿Cómo fue?
Iba a pedir permiso para abrir mi restaurante y las miradas eran atorrantes y ponían peros para todo.
¿Te marginaban por el color de piel?
Era gente que físicamente hablando era igual a mí.
¿Y por qué?
Seguro porque tienen un trabajo simpático, se creen lo que no son.
¿Eran rubiecitos?
A los blancos les gusta Maicelo, el Callao y comen en ‘Agachaditos’.
¿Y a las blancas?
Más todavía. Café con leche pega y yo soy capuccino.
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¿Duermes solo?
Sí.
¿Te quieres enamorar?
Si se da, bien. Pero trabajo 24/7.
¿Tu local es ‘anti Gastón’?
Yo he ido a su restaurante y su comida es agradable, pero lo malo es que juega a la comidita.
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Creo que debieron poner que son unas ladronas y no meter mi nombre.
¿No las conoces?
Las que salen en ese video no las he visto en mi vida.
¿Son familia?
Mi segundo apellido es Román y allí pertenezco.
¿Y el primero?
Alberto Fujimori sacó la ley con que se podía poner el apellido del papá y mi mamá cometió el error, pero yo pertenezco a mi madre y nada más.
¿A quién más?
A mis tías, que me criaron y me dieron el pan, junto a mi abuela.
¿Preparas tus discursos?
Soy verbo ‘to be’.
¿Ese es tu éxito?
Ser yo mismo y, si te gusta, bien y sino, también.
¿A tu hijo le gusta cómo eres?
Es un caballero y no le agrada que sea tan extrovertido con las mujeres.
Él piensa en su madre.
Y yo les doy todo y con su mamá nos hemos ido a Disney.
¿Cuartito separado?
Sí, pero si me da una oportunidad, tú ya sabes.
¿Y si ella consigue pareja?
Yo feliz, pero que respete a mi pequeño.
Es la única que has presentado públicamente.
En el Trome la mostré, pero a nadie más.
¿Es verdad que te vas a operar la nariz?
Sí, porque no respiro bien.
¿No es por vanidad?
Es por sinusitis.
¿O quieres arreglar el ‘cacharro’?
Para nada. Con esta cara como lo que quiera.
¿Y por qué no te cortas el frenillo?
Debo buscar una psicóloga, porque tengo un problema de niño.
¿Hay un mal en la lengua?
No, la tengo más larga que cualquiera.
¿Pero qué esperas para ir?
Me llega, la firme.
Pensé que buscabas parecerte a Christian Meier.
Yo estoy bien así, me ven como bandido.
¿A las chicas les encantan los ‘Bad Boys’?
Pero yo solo parezco, porque en el fondo soy un angelito.
¿Nunca le pegaste a una dama?
Les ‘meto golpe’ a punta de besos.
Muchas personas admiran tu vestir.
Mi ropa es de New York y ahorita estoy en más de mil ‘cocos’.
Sentado en una discoteca, si te fascina una chica y también a Jefferson Farfán...
Le gano, hermano. Él saca el efectivo, se echa aire con billete de 100 ‘cocos’, pero yo pongo el flow.
¿La llevarías a almorzar a San Judas?
Compadre, a La Punta, para qué la voy a llevar donde corre bala.
Te decía porque ‘Puchungo’ lleva a sus enamoradas a su barrio Lazareto.
El tío ya está viejo, que tome su pastilla. Las cosas las digo como son.
¿Pero entrarías a disputarle una flaca?
Me acerco y le digo: ‘Tío, saca la cola, la firme, acá estás estorbando’.
Cuidado, es divertido, baila bien.
Ese compadre se saca el polo y está malagua.
¿Y el ‘Zorro’?
Ese entrena y está arreglado, pero igualito le gano el ‘techo’ a cualquier flaca. Porque el peso de la calle se impone siempre.
Rescato que siempre eres positivo.
Para todo, menos para el coronavirus.
Un abrazo.
Que la gente me visite en el restaurante de Blondet 149, San Isidro. Un abrazo Trome.
Sin medias tintas, serio, pero con buen humor. Así va por la vida, creyendo en muchas cosas, pero sobre todo en él. Parece ser un fiel discípulo de Muhammad Ali que afirmó: ‘Yo sé a dónde voy y sé la verdad. Y no tiene por qué ser lo que tú quieres que sea. Soy libre de ser lo que quiero’.