Por extraño que parezca, el enojo y la impotencia por perder, no se manifestaron en el nicaragüense Román González, quien tras ocho años ininterrumpidos dejó de ser campeón del mundo el sábado en Nueva York, tras un polémico fallo ante el tailandés Srisaket Sor Rungvisai.
A pesar que a su equipo aún le cuesta trabajo asimilar que los jueces no solo le arrebataron la posibilidad de hacer historia, sino que le quitaron el título mundial supermosca y también el cero en su récord, El Chocolatito se las ha ingeniado para irradiar tranquilidad y aplomo.
Aunque la tristeza es una sombra que no lo deja, busca dar consuelo a sus familiares y allegados.
"No me siento mal porque di una buena pelea, siempre dije que el día que alguien me ganara, lo haría porque quizá es mejor que yo. No afirmo que Rungvisai lo sea, es solo un decir, pero siempre me preguntaron que si estaba listo para la primera derrota, ahora lo estoy demostrando; tenemos a Dios que nos consuela y sé que la gente reconoce que gané, así que la vida sigue", sentenció en entrevista el peleador, que ahora tiene una foja de 46-1, con 38 nocauts, y se siente satisfecho.
Aunque la revancha inmediata fue lo primero que pasó por la mente, González no lo piensa en automático, porque sabe que debe tomarlo con calma y valorar la situación para ver cuál será el siguiente paso en su carrera, pues otra derrota a corto plazo significaría un retroceso importante en la carrera que ha forjado desde su debut profesional, hace 11 años.
"Obviamente me encantaría esa revancha, si me la dan, para demostrar que soy mejor que él, aunque sé que será algo difícil, porque a los retadores los obligan a ir a Tailandia y pelear en condiciones muy complicadas, tendré que viajar a Japón y verlo con mi promotor, pero primero quiero descansar, estar con mi familia y más tarde comenzar a planear", explicó.
La tranquilidad del Chocolatito nace de saber que dio una pelea ideal, y que al final de la noche los jueces decidieran quitarle el triunfo, no demerita lo que hizo arriba del ring.
Desde levantarse de la lona en el primer round, hasta cerrar la contienda a tambor batiente a pesar de los profundos tajos producto de cabezazos de su adversario.
"Hice mi trabajo, fui a ganar y eso hice, jamás había peleado con tanta sangre, pero lo pude resolver bien, a pesar que no tenía visión para atacar. ¿Qué pasó después? No sé, así son las peleas, así es el boxeo, ni modo, ¿qué voy a hacer? Ahora están más preocupados mi señora, mi papá por lo que pasará, pero es normal, Dios sabe lo que hace, todo tiene un propósito en la vida, lo principal es estar bien y luego ver qué pasa", señaló el peleador, que ya se encuentra en su país en compañía de su familia.
Román quiere tomarse con calma su regreso y aunque sabe que las posibilidades de cerrar la primer bolsa de un millón de dólares, así como el duelo ante el japonés Naoya Inoue se le resbalaron de entre los dedos, está comprometido en abrirse camino de vuelta a la cima, porque al fin y al cabo ya lo hizo una vez "y volveré a hacerlo, sin ningún problema; aún nadie ha demostrado ser mejor que yo", finalizó.