Chris Froome tiene una situación envidiable para afrontar el inicio de la alta montaña en el Tour de Francia con el maillot amarillo a sus espaldas y un buen momento de forma que le permite divisar la carrera con tranquilidad.
El británico, ganador de la ronda gala en 2013, juega incluso con sus adversarios. Al final de la contrarreloj por equipos en la que el BMC despojó a su Sky del triunfo por apenas 6 décimas de segundo señaló al estadounidense Tejay van Garderen, segundo de la general, como gran adversario.
Horas más tarde, en la jornada de descanso de Pau, desde cuyas calles se divisan ya las colinas pirenaicas que comenzarán a ascender mañana, su opinión había evolucionado y el rival más temible es ahora el colombiano Nairo Quintana, el más escalador de sus perseguidores.
"A (Vincenzo) Nibali se le esperaba más en la primera semana y a Nairo en la montaña. Vincenzo ha perdido tiempo, por eso ahora tendré que vigilar más a Nairo, que llega a su terreno preferido y que ha limitado las pérdidas en las primeras etapas", aseguró Froome.
El ciclista del Movistar se encuentra en el puesto 9 a 1.59 segundos del maillot amarillo, tras haberse dejado minuto y medio en la segunda etapa, cortado en un abanico.
"No puede permitirse perder más tiempo. Quien lo pierda a partir de ahora tendrá que pagar una renta moral, al igual que sus compañeros", señaló el ciclista del Sky, que tras su primera semana brillante aparece ahora como el principal favorito para la victoria.
Froome no quiere dejar ningún cabo suelto y sabe que desde el Movistar de Quintana puede venir buena parte del peligro que le acecha en la montaña.
El colombiano "no es el único que tendremos que vigilar en ese equipo. También tienen a Alejandro Valverde, que puede dinamitar la carrera con un ataque lejano. Veremos qué estrategia plantean", indicó el británico.
Las primeras respuestas las espera Froome a partir de la etapa de mañana, con el primer puerto de categoría especial, el col de Soudet, en La Pierre-Saint-Martin, que alberga la meta tras 167 kilómetros de carrera con tres puertos de cuarta previos.
"Va a ser una etapa clave. No es tan difícil como las siguientes pero permitirá hacerse ya una idea de las fuerzas que tiene cada uno", analizó el ciclista de Sky.
Froome es consciente de que queda mucho Tour por delante y que será importante guardar fuerzas para los Alpes, donde quedará perfilada la general final. "El factor 'frescura' será importante en los Alpes, pero de momento hay que afrontar los Pirineos", aseguró.
Un primer macizo que al británico le llega en posición "cómoda", sin la obligación de recortar tiempo con nadie y con la posibilidad de hacer una carrera a la defensiva.
"Son mis adversarios quienes tienen que mostrar sus cartas y mover la carrera", indicó.
El Tour sonríe a un Froome que reconoce sus temores a una primera semana que el año pasado, cuando llegaba como defensor del título y gran favorito, le mostró su cara más dura y tras una sucesión de caídas acabó con su participación.
"Creo que era la primera semana más delicada de la historia reciente del Tour para quienes tenían ambiciones en la general. Yo tenía una gran preocupación, sobre todo por todo lo que me sucedió el año pasado. Eso seguía estando en mi memoria", rememoró.
"El objetivo era no perder demasiado tiempo y, al final, soy yo quien tiene el maillot amarillo. Es una situación de ensueño que debo a la ayuda de mi equipo", indicó.