Fue una noche para el olvido en defensa. La apuesta de Jorge Sampaoli definitivamente no le resultó para detener a México. Los números son evidentes. Por segunda vez desde que el técnico asumió la banca de la selección chilena recibió tres goles en contra.
Pasaron 22 partidos para que volviera a suceder. La última, la primera, ocurrió el 11 de octubre del 2013 ante Colombia, en una jornada donde se empezó ganando por 3-0 y se terminó empatando, aplazando al duelo con Ecuador la clasificación al Mundial de Brasil.
Ahora fue México, el que convirtió a la zona posterior chilena en una pesadilla o una zona expuesta, según la lectura que se quiera. Lo hizo ver mal en todas sus facetas. Matías Vuoso aprovechó una marca débil en el área para abrir la cuenta y una nula resistencia en el tercer gol. Raúl Jiménez por su parte, aprovechó el flanco más débil del equipo para derrotar a Claudio Bravo: el juego aéreo.
De esta forma, el balance al final es preocupante. Es cierto que no se perdió, y que incluso los cuartos de final están a sólo un paso, pero también es evidente que hay errores que hace tiempo no se veían. Mucho tiempo para mejorarlo no tiene. Ahí está el gran problema.