En una arena repleta, el ídolo de las multitudes se levanta después de haber sufrido tremendos castigos, ha dejado un charco de sangre cubriendo prácticamente todo el ring, sin embargo, con el apoyo del público, toma fuerzas y se lanza en tope hacia afuera del cuadrilátero, castiga a sus rivales y a punto del desmayo, sube al ring y así gana una lucha más ante el júbilo de sus admiradores…
Lo anterior, es sin duda una escena muy recurrente en cualquier arena de cualquier ciudad de nuestro país, el ídolo sale en hombros hasta llegar al vestidor donde los aplausos se vuelven silencio y el tiempo una incertidumbre.
El ídolo no cuenta con seguro social, su herida deberá ser atendida con un doctor particular, no sabe si le alcanzará con los 250 pesos que le pagó el promotor para esa lucha, además, siente que su rodilla no responde igual que antes de aventarse en tope hacia afuera, seguro ocupará una radiografía y que lo revise el doctor, pero ya con lo de la sutura en su frente, más lo del pasaje, no va a alcanzar para radiografía, medicamento y ni consulta.
Además, esos 250 pesos eran para lo de la renta del mes, así que tampoco es una opción viable que vaya a que lo suturen:
“Es más, con cinta micrópore queda, así le han hecho muchos y casi ni se les nota la cicatriz.
“De la rodilla, le voy a pedir a mi amigo que me regale una de las pastillas esas que tiene para el dolor, las que le acaban de traer de Estados Unidos y que dice que aquí no se consiguen pero que son lo mejor.”
Así es la vida de cientos o miles de luchadores en nuestro país, sin importar la edad, por brindarse a su público no escatiman en riesgo ni dolor, ellos aman la lucha, y quisieran morir ahí, en medio del ring, pero igual tienen una familia que ocupa un techo donde vivir, que ocupa asistencia médica, que ocupa ayuda en muchos sentidos.
Muchos van al seguro popular, pero tan mal ya, que definitivamente no los pueden atender, por políticas de la institución, así que deben buscar otras opciones, y no siempre encuentran las mejores.
Pero, ¿por qué no tienen prestaciones?
Porque la mayoría de esos luchadores no pertenecen a ninguna empresa, y si lo hacen, tienen contratos solo por fechas, no son trabajadores, no hay una subordinación, técnicamente no hay una relación laboral, se le paga por su trabajo y ya.
Las leyes del país, señalan que dichas prestaciones son para los trabajadores, pero si no lo eres, pues no las tienes, así de fácil, por lo que las empresas y promotores se han visto hábiles para no estar obligados a pagar cuotas por concepto de seguro, de vivienda, de retiro, etcétera, es legal, cierto, pero no se si sea correcto.
Y es que el luchador es quizás el deportista profesional más vulnerable a cualquier situación, ellos practican una disciplina de contacto, donde sus cuerpos quedan tendidos, lastimados, abatidos, pero en caso de una lesión, los promotores o empresas no cubren gastos más allá de una consulta, y entonces el luchador queda solo para enfrentar su problema.
No importa si se trata de una persona que ha sido luchador por 40 años o si se trata de un joven que en pleno entrenamiento se lesionó, ninguno de ellos está protegido, ninguno de ellos tiene acceso a la seguridad social, por lo tanto, quedan expuestos a mucho y con poco apoyo.
De ahí surge la solidaridad en el gremio, y vemos a otros luchadores pidiendo ayuda al público y demás gente involucrada con la lucha para que ayuden al caído, se hacen funciones a beneficio, se pide apoyo en cada arena, en fin, muchas cosas para que quien lo necesita pueda salir adelante.
De políticos y cosas peores:
No hace mucho, la Comisión de Lucha Libre de la Ciudad de México se mostraba feliz de que gracias a su gestión, ya los luchadores podían aspirar a tener seguro popular, y aunque eso fue mera demagogia, muchos se sintieron protegidos, por lo menos en el momento de la foto.
Pero no solo es cuestión de salud, el luchador no cuenta con prestaciones para la vivienda, no cuenta con un aguinaldo, no cuenta con bonos de ningún tipo, menos de despensas o siquiera ayuda para el retiro, prácticamente a la lucha libre se llega sin nada y se va de la misma manera, solo que con mas dolor que al principio y menos recursos para salir adelante.
Esto deberá cambiar en algún momento, aunque no se ve que sea pronto, por el bien de los luchadores que son la parte más importante para el espectáculo, sin ellos, no tendría caso que existieran arenas o promotores, ojalá en algún momento no estén solos para enfrentar sus compromisos como personas, pues muchas veces olvidamos que ellos son personas como nosotros, con problemas, con necesidades, pero que son profesionales y con problemas o no, salen a dar todo sobre el ring porque ya pagamos un boleto y porque dicho luchador sabe que se debe a su afición.
El Plan Nacional de Deporte para este gobierno, no incluye el insertar a los deportistas profesionales al rubro de seguridad social, y mientras no haya algo que obligue a las empresas o a los promotores, no hay forma de que las cosas cambien.
¿Qué nos queda?
Insisto, ojalá esto cambie, pero mientras solo nos queda apoyar y exigir que haya por lo menos un médico en cada arena, que haya un modo de trasladar a quien lo ocupe, que no sea el luchador el que se enfrente a esto solo, que reciba apoyo mientras sale de su lesión y termina su rehabilitación.
Sin seguridad social, no hay ni rudezas ni demostraciones de técnica, lo que hay es angustia, incertidumbre y temor por el futuro que vendrá.