En las transmisiones de los Grandes Premios de Fórmula Uno es habitual ver al padre de Sergio Pérez, Antonio Pérez Garibay, celebrar, gritar o rezar en el box de Force India cuando Checo está a punto de conseguir un buen resultado; la pasión no nació solo porque su hijo sea piloto de la máxima categoría, sino que nació desde años atrás.
"Soy fan de la Fórmula Uno desde que era joven, mis hijos crecieron viéndola en casa, el automovilismo siempre ha sido un tema de conversación en la familia", explicó Pérez Garibay de cara a la celebración del Día del Padre.
El actual piloto del Gran Circo recuerda esa influencia que lo ha llevado a la parrilla más importante del automovilismo a nivel mundial: "Crecimos viendo y escuchando autos, mi papá fue piloto profesional y desde muy chico nos fue llevando por ese camino, nos llevaba a los go-karts y, a partir de ahí, nació todo".
Sin embargo, Toño recuerda que no siempre el ex piloto de McLaren quiso estar detrás de un volante, porque también con soñó con practicar el otro deporte que le apasiona, aunque de inmediato volvió a los autos.
"No siempre quiso, hubo una etapa de su niñez en la que decía que quería ser futbolista y estuvo a punto de dejar los karts, pero fue temporal, pronto se dio cuenta que lo suyo eran los autos y desde entonces no los ha dejado".
Incluso, los primeros pasos de Checo en el deporte motor fueron en pistas cortas, y con monoplazas que no tenían ni motor, ni llantas, pero en los que ya practicaba para lo que ocurriría algunos años más tarde.
"Recuerdo que llegaba a mi oficina y me movía todos los muebles para, según él, armar un auto y se ponía a conducir con un traje de piloto que tenía. Desde entonces ya soñaba con correr en Formula 1® contra los mejores pilotos", contó Pérez Garibay.
Conforme los años transcurrieron, Sergio se acercó a la Fórmula Uno, hasta que llegó la llamada de la escudería suiza de Sauber, para convertirlo en piloto titular en la máxima categoría y romper con la sequía de conductores nacionales en la categoría, una noticia que incluso tomó por sorpresa a su familia.
"Recuerdo que Checo nos llamó, nos dijo que estaba en la Ciudad de México y que iba a ser presentado al día siguiente con Sauber en una conferencia de prensa muy temprano; en ese momento tomamos nuestras cosas y nos fuimos manejando toda la noche para llegar, fue una emoción muy grande, un sueño hecho realidad".
Ya instalado en la parrilla, el de Force India sabe que no solo cumple su sueño cada vez que ve apagarse los semáforos en los Grandes Premios, sino también el de su padre, quien lo observa desde los pits.
"Soy consciente que esto era un sueño para mi papá y me siento orgulloso de poder darle esa alegría carrera tras carrera", afirmó.
Pero la ambición de Sergio también es heredada, de los consejos que le dio su papá, no solo para el automovilismo, sino para la vida: "Que nunca se rinda, que vea siempre para adelante y no deje de tocar puertas, el 'no' ya lo tienes, entonces arriésgate y ve por las cosas".
A pesar que el calendario de Fórmula Uno incluye otras 19 o 20 carreras cada año, desde hace un par de temporada, no hay ninguna más especial para Checo y su familia que la de México, en el Autódromo Hermanos Rodríguez, donde las emociones están a flor de piel.
"Me da alegría, ver a todo el país volcado apoyando a tu hijo es algo indescriptible que por dentro me llena de mucho orgullo", aceptó Garibay.
Un sentimiento similar al que tiene Checo, quien a pesar de viajar por el mundo cada dos semanas para competir al más alto nivel, aseguró que el GP en casa es el más especial. "Los mexicanos somos efusivos y fiesteros, en ningún otro lugar del mundo se vive con tanta pasión y alegría la Formula Uno, por eso a todo el mundo le gusta venir, es una alegría que se contagia por el paddock".