Mikey García entró con mucha fuerza a las 140 libras. El sábado por la noche en Brooklyn el campeón mexicano jugó con Adrien Broner, uno de los nombres más fuertes dentro de la división para reclamar la victoria número 37 como profesional.
Desde el inicio de la contienda García impuso las reglas de la contienda y manejó espacios y tiempos a placer para ser el tercer peleador en detener al pupilo de Floyd Mayweather y que en el pasado ostentó títulos de cuatro divisiones.
El mexicano mantuvo su récord sin mancha en un duelo en donde el estadunidense no pudo mantener el ritmo y, a ratos, se vio congelado preocupado más por evitar ser conectado que por lograr meter sus mejores envíos.
“Mi manejo de tiempos fue la clave. Muchos, como Broner, lo subestiman cuando están abajo del ring, pero cuando están arriba conmigo se dan cuenta de lo importante que es. Trabajé muy duro durante 10 semanas para este momento y por eso nos mantuvimos más activos que en mis peleas anteriores. Queríamos mostrar”, dijo el michoacano que aseguró que para su siguiente pelea podría regresar a las 135 libras, mantenerse en las 140 o subir a las 147 con tal de aterrizar los mejores duelos disponibles.
Tanto en lo ofensivo como defensivo, García demostró superioridad sobre el peleador de Ohio dando una de las exhibiciones de boxeo más importantes de su carrera, tal y como lo predijo desde antes del duelo, pues aseguró que Broner lo ayudaría a demostrar que tan bueno es.
Molesto con el resultado, pero consciente de su derrota, El Problema Broner reconoció la superioridad de su rival en lo que fue su tercer descalabro en su tercera pelea más importante en su carrera. Broner ya en el pasado cayó ante peleadores como Marcos Maidana y Shawn Porter.
“Quiero felicitar a Mikey. Fue una gran pelea al final del día ganando o perdiendo sigue siendo dinero. Los analistas dijeron que la pelea era de vida o muerte, no yo. Pero al final día, soy Adrien Broner y la gente seguirá viniendo a verme pelea”, sentenció Broner, que no pudo hacer valer su ventaja de tamaño y peso para dominar a un pelador que nunca antes había peleado en la división.