17/05/2024

"Jab y circo", por Jerónimo Pimentel [OPINIÓN]

Lunes 28 de Agosto del 2017

"El único sector disconforme fue, entendiblemente, el de los amantes del boxeo, pero como son cada vez menos ello no parece importar"

"El único sector disconforme fue, entendiblemente, el de los amantes del boxeo, pero como son cada vez menos ello no parece importar"

Lo del sábado fue un negocio perfecto: Mayweather ganó mucho dinero, ratificó su leyenda y mejoró su récord; McGregor cobró bastante más de lo que suele facturar en la UFC y dejó la impresión de ser un atleta competitivo, incluso en una disciplina en la que debutaba profesionalmente; los pagantes obtuvieron un show que puede describirse como una pelea heterodoxa que se prolongó durante 10 rounds; mientras que los medios lograron una noticia con todos los ingredientes necesarios para atraer la atención general: tuits, espías, careos y un abrazo conciliatorio final. El único sector disconforme fue, entendiblemente, el de los amantes del boxeo, pero como son cada vez menos ello no parece importar. Como ha dicho el periodista argentino Daniel Arcucci, “a McGregor le pagaron una fortuna para tomar una clase de boxeo en un ring de Las Vegas con el mejor de todos”. ¿Por qué un aficionado pagaría por ver eso?


Quizá el problema radica en las expectativas. Peleas de exhibición siempre ha habido, en los cuarteles militares (Joe Louis), en giras mundiales amistosas (Ali), contra canguros. Pero convertir un simulacro en un combate profesional en Las Vegas es una operación más difícil de enmascarar. McGregor no cuenta con técnica suficiente para plantear una estrategia que no sea la del ‘lucky punch’. No sabe amarrar, ni pararse, desconoce los fundamentos del ‘in fighting’, no domina muchas combinaciones y carece de ‘stamina’ para dosificar su esfuerzo en una noche larga. Tiene, sí, potencia y jab, pero con tan pocos recursos es imposible sostenerse ante un dotado como Mayweather, así este tenga 40 años y se encuentre retirado.


¿Por qué Money, entonces, demoró tanto en acabar el pleito? Puede haber dos tipos de razones: las comerciales y las deportivas. En el primer orden se encuentra la necesidad de ofrecer un espectáculo que justifique las bolsas y las tarifas de la televisión en demanda. En el segundo, que desde un punto de vista era lo más práctico para un boxeador que ha hecho de la defensa su marca de estilo: dejar que el luchador de artes marciales mixtas se desgaste hasta que quede consumido por una dinámica a la que no está acostumbrado. Una de las novedades que dejó el último fin de semana fue lo que ocurrió después: ver a Mayweather obligado a noquear. Llegada la media hora solo bastó que se lo proponga para que se cumpla el pronóstico.


Esta peculiaridad, que algunos han calificado de circense, tiene algunos efectos serios: desluce al pugilato, que –una vez más– se ve obligado a renunciar a sí mismo para obtener audiencia; legitima a las artes marciales mixtas, que libra fricciones desde hace ya buen tiempo con los deportes olímpicos; abre el camino para que McGregor prosiga una carrera en una disciplina –hoy– más rentable (¿Paulie Malignaggi se animará a volver al ring?); y quizá sea el síntoma inequívoco de que el negocio deportivo ha entrado en una nueva fase, para una nueva era.


A los damnificados, nostálgicos, nos quedan algunas videotecas, algunos archivos, algunas conversaciones. Perdón, y You Tube.

Ver noticia en El Comercio: DT

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