Debe ser la imagen de la estatua de la Diosa de la Victoria en el escudo de los Indy Eleven (símbolo inequívoco de Indianápolis) que les otorga la protección de ser el único equipo de la liga que no ha sido derrotado por los Cosmos. Seis partidos, seis empates. Se empieza a pensar que hay hechizo.
Ante más de diez mil espectadores en el Estadio Michael Carrol de la Universidad de Indiana, los neoyorkinos salieron a ganar con un juego ofensivo liderado por Raúl y Lucky Mkosana. El buen juego de los Cosmos dio su fruto en el minuto 45 con una jugada de pared en el área hecha a la perfección entre Raúl y Walter Restrepo donde el madrileño cedió el balón entre varios defensas para que el habilidoso delantero colombiano disparara solo ante el guardameta. No hay mejor manera de establecer dominio sobre un partido que terminar el primer tiempo con un gol. Pero al igual que en los cinco partidos anteriores, los Indy reaccionaron con atrevimiento y encontraron el gol en el minuto 48 del primer tiempo con un pase Hail Mary de mediocampo que atrapó el nativo indianés Dylan Mares al borde del área y colocó con un zurdazo raso en la esquina derecha.
El segundo tiempo fue un vaivén equilibrado que proporciono buenas oportunidades para ambos equipos. Dos goles de los Cosmos fueron anulados por falta y fuera de juego de Haji Wright (gran promesa americana de 17 años) y el legendario delantero español respectivamente. Raúl sigue maravillando con su inagotable entusiasmo por el gol y constante lucha en cada jugada. Un partido muy entretenido para los aficionados que deja una gran expectativa para su próximo encuentro. ¿Seguirá el hechizo?
Con un partido menos, el Cosmos se encuentra en los últimos puestos de la tabla de la temporada de otoño, pero sigue en el segundo puesto de la clasificación global. Habiendo ya conseguido un puesto en los playoffs, su objetivo ahora es conseguir la ventaja de jugar en casa.
Tres campeones del mundo
Han pasado exactamente 38 años para que volvieran a juntarse tres campeones del mundo de fútbol en un campo de fútbol en territorio norteamericano. En aquel entonces, 1977, el Cosmos de Nueva York tenía en sus filas a nada más y nada menos que Pelé, Carlos Alberto y Franz Beckenbauer. Dos capitanes de selección y 5 Copas del Mundo en total. En teoría, y en papel, quizás esta sea la mejor alineación de toda la historia. En el mítico Yankee Stadium se volvieron a juntar tres astros mundialistas, David Villa, Andrea Pirlo y Kaká. Un escenario histórico que cumplió toda la expectativa con 8 goles y una exhibición maestral de garra, técnica y genio.
El primer tiempo se caracterizó por el típico juego sin orden de los neoyorquinos que Kaká aprovecho con dominio absoluto en el mediocampo. Sin recibir pases al pie, la frustración de Villa aumentaba hasta que, justo antes de terminar el primer tiempo, con un pase bombeado desde el mediocampo del joven gallego Angelino, el capitán asturiano pudo parar y batir el guardameta en dos toques. Un gol pletórico que ensalzo los 32 mil aficionados pidiendo más y pidiendo a Prilo.
El segundo tiempo fue un festival de 4 goles del City donde el Guage volvió a marcar tomando con determinación las riendas de la delantera, y el Orlando City contrarrestó con un “hat-trick” del novato canadiense Cyle Larin que dejó en evidencia los defectos en la defensa neoyorquina que todavía están por corregir. Con la entrada de Pirlo en el minuto 57, entró la sensatez, el buen toque y alguien que piensa y juega al mismo nivel que Villa. En las palabras del campeón del mundo español, “Todo cambia. Hemos estado jugando el pase largo y realmente no hemos jugado el balón bien, especialmente cuando sacamos de atrás. Ahora no habrá más balonazos largos cuando Pirlo está en el juego.” Efectivamente, en dos de los goles Pirlo saco el balón desde atrás y preparo los pases a gol.
Merecida victoria de 5-3 de los City que empieza a subir en la tabla apostando por un fútbol de toque, pero todavía hay mucho por corregir y ningún motivo para descorchar el champán.