En su primer día en Chile, a comienzos de julio, Carlos Martínez Aibar se encontró con una lamentable sorpresa: todas sus maletas, su ropa, sus zapatos de fútbol y los recuerdos familiares que había empacado antes de partir desde España, se extraviaron en alguna parte de la ruta, dejándolo con lo puesto.
Días antes, el español de 26 años, había tomado la decisión de venirse al país para firmar con Coquimbo Unido. “Estaba encantando con la posibilidad. Sabía del fútbol chileno, de Alexis Sánchez, y de la selección. El resto lo busqué por internet: leí que era un país muy bonito, de gente muy amable. Leí que era el más seguro de Sudamérica”, comenta a AS Chile.
El futbolista que debutó a los 17 años con el Cádiz, en Segunda, no dudó mucho. Luego de deambular los últimos años en Austria, equipos de la Segunda B de España, y el FK Suduva de Lituania, creía que ahora en Chile podría encontrar lo que buscaba. Lo que no pudo hacer en su primera experiencia en Latinoamérica, jugando por el campeón Luis Firpo de El Salvador.
“Jorge ‘Mágico’ González, un ídolo de Cádiz, me llamó para ir allá. Antes había tenido la oportunidad de ir a Brasil y lo rechacé, y siempre había llamado la atención Latinoamérica. Además era el campeón de ese país y tendría la posibilidad de jugar Conchampions”, dice sobre su primera travesía fuera de Europa.
Sin embargo, las cosas ahí no salieron como pensaba. “Es un país algo peligroso. Una vez le robaron a un compañero y lo apuñalaron. Otra vez me tocó ver un tiroteo, donde fallecieron dos o tres personas. De todas formas prefiero quedarme con lo bueno”, agrega.
La decisión de volver a Europa pareció en ese minuto ser la más sensata, pero después de un tiempo en casa se dio cuenta que su futuro estaba en otro lado. “Cuando era más joven siempre soñaba con jugar en Primera de España. Hacer parte de lo que hizo mi abuelo (N de la R: Ramoní) que jugó muchos años en Sevilla y la selección española. Él es como un ídolo. Gran parte de las cosas que traía en mis maletas son recuerdos y fotografías de él, que sufre desde hace algunos años de alzheimer".
Ahora en Coquimbo, instalado ya en un departamento en el sector de La Herradura que comparte con otros tres compañeros, está convencido en su nuevo inicio. “Se ve mucha calidad y plantel para poder subir. Son muy hospitalarios, increíbles. Te tratan perfecto. El portero Jaime Bravo incluso me prestó ropa para pasar el frío”, agradece.
Desde ahí, no piensa en títulos, ni grandes contratos, ni reconocimiento, sino en algo más simple. “Primero debutar y ojalá que mi abuelo pueda ver algún video mío, y que por un instante, por un minutos, se sienta orgulloso de mí. Que antes de que parta al cielo, me pueda recordar así”, cerró.