Esta es la cuarta y ya va en serio. Con respeto a Numancia, Oviedo y Sagan Tosu, la prueba de hoy del Atleti en Shanghai tiene más cuerpo que las anteriores. Y es que el Shanghai SIPG es un equipo más rodado, líder de su liga y sostenido, además, sobre un encofrado de billetes.
De su plantilla sobresale un nombre, el de Asamoah Gyan, ese ghanés máximo goleador de la historia de su país en los Mundiales que, en Sudáfrica, erró un penalti que hubiera metido a Ghana en semifinales. Se le fichó en julio y a 16 millones por año. Casi nada. Y, en el lado chino hay otro nombre, viejo conocido del fútbol europeo, Eriksson. Hace 16 años, entrenaba al Lazio y uno de sus jugadores era Simeone quien, por cierto, le cita siempre como uno de esos técnicos que le marcaron.
Vueltas con Koke. Pero hoy el alumno intentará superar al maestro. Le pilla, además, en plena época de pruebas y exámenes. Simeone quiere que su Atlético tenga algo más que garra y pierna dura. Que combine, triangule y enamore con talento y tiqui-taca. De inicio apostará por un once que suena: con Gabi y Tiago en el doble pivote y Koke en banda. Y es que el Cholo sigue dándole vueltas a eso. A Koke. Le ve de mediocentro, pero le ha probado ya en el doble pivote y por delante. Hoy será en la banda, su sitio de siempre últimamente. En la otra estará Óliver, que volvió con matrícula tras su Erasmus en Oporto y esta pretemporada en el Atleti está de 10 siempre que sale.
Arriba, el Cholo ayer probó con Griezmann y Vietto (quiere que se acoplen, que se encuentren) pero, hoy, el compañero del Jefe Grizzi, así llaman por allí al francés, será Torres. Y puede caerse el estadio. Lo que El Niño despierta en China es locura. Un delirio. Literal. Y, además, Simeone se guarda otro efecto en la manga: Xu Xin, su chino. Y, cuando lo saque, que lo sacará, el estadio puede volver a caerse de nuevo.
Así, el mayor problema del Atleti hoy estará en el aire y será el bochorno. Porque en Saga había calor y una humedad horribles, pero en Shanghai viven 23 millones de personas y hay calor, humedad y algo más: la boina de contaminación que a veces se posa en Madrid, allí perpetua. Y no debe de ser muy buena para jugar a fútbol. Veremos. Porque, lo dicho, este ya será un test que cuenta.