Pese a que la economía no es ni mucho menos boyante, es como si el Espanyol viviera en un palacio. Solo así se explica que las cosas vayan tan despacio. Sucede con la pretendida compra de Gerard Moreno y también con el desenlace sobre el futuro de su tocayo de apellido: Héctor Moreno.
A pesar de que todo apuntaba a que esta semana se resolvería su situación, y que el traspaso iba a ser con bastante probabilidad la mejor solución para todas las partes, ahora mismo ni siquiera el propio central sabe qué quiere hacer. Así lo reconoció ayer lacónicamente, ante algunos medios de comunicación entre los cuales AS, a su salida de la Ciudad Deportiva. Por ese motivo guarda silencio —pese a que se le ha requerido para comparecer en la sala de prensa— desde su reincorporación, el pasado martes día 28.
Como viene explicando este periódico, le genera bastantes reticencias la que hasta la fecha se presenta como la única propuesta en firme que ha tenido, del PSV Eindhoven. Moreno recela de regresar a la Eredivisie, de donde ya salió hace cuatro años para progresar en una Liga más potente como la española, por mucho que el club que le pretende disputará la Liga de Campeones. El central vería con muchos mejores ojos una oferta de la Premier League o de la Bundesliga.
Y precisamente el Stuttgart estuvo muy cerca de ficharlo a inicios del verano pasado, antes de que se lesionara en el Mundial, pero aquello se truncó y ahora los alemanes se saben muy lejos de las pretensiones económicas del Espanyol, seis millones de euros, por lo que han descartado entrar en la puja. Sí ha estado en la pomada durante días la Fiorentina, que estaría descartada tras haber incorporado a Davide Astori, aunque algunos medios italianos apuntaban ayer que el club ‘viola’ sigue buscando a otro defensor.
También hay una ínfima opción, como avanzó AS el pasado día 30, de que el Villarreal (que también quiere a un central) le haga entrar en la operación por Gerard Moreno.
Existen dos razones más que hacen dudar a Moreno. Una es que se encuentra cómodo en el Espanyol, por lo que no tiene prisa por cambiar de aires. Y la otra, muy relacionada con la anterior, es que sabe que en un año saldría libre y seguramente el club de destino le podría hacer una oferta más alta, lo mismo que sucedería por el hecho de que entonces ya será, salvo sorpresa mayúscula, comunitario. Lleva desde marzo esperando su pasaporte, que nunca acaba de llegar.