Alzain Tareq, de 10 años, nunca olvidará la mañana de este viernes, en la que debutó en un Mundial de Natación en la primera serie de los 50 mariposa. Nada más asomar por la cámara de salidas, encabezando el grupo, ataviada con un bañador azul, ya se pudo comprobar la diferencia de altura, de condiciones físicas y de edad con el resto de participantes de su carrera. Tareq se lanzó al agua y tocó pared con un tiempo de 41.13, el peor de las inscritas, a una sola centésima de su mejor marca personal. Su estatura, apenas podía alcanzar los 1,30 metros.
Pero la expectación mediática que generó superó la de cualquier nadador, incluido Katie Ledecky, la estrella de estos campeonatos. Acompañada por el responsable de prensa de la FINA y por el encargado de Bahrein, quien no paró de grabarla y de hacerle fotografías mientras los periodistas la rodeaban, Tareq se pasó 35 minutos respondiendo las preguntas de las televisiones, radios, agencias y periódicos de todo el mundo. “Estoy muy contenta. Esta experiencia se ha explicaré a mis amigos”, dijo, tímida, repitiendo los mismos mensajes una y otra vez. “Ha sido divertido. Ahora quiero bajar mi marca en los 50 libre”, añadió.
Tareq no se puso nerviosa, pese a la avalancha de medios, y se montó un circo a su alrededor en la zona mixta del Kazán Arena. Tanto la FINA como la propia Bahrein, un país que en los Mundiales de 2013 y 2011 llevó a tres nadadores, entre ellos una mujer también. Pero este país de los Emirates no destaca por su deporte femenino. De hecho, a principios de año, el Comité Olímpico Internacional desestimó una petición conjunta entre Bahrein y Arabia Saudí para acoger unos Juegos Olímpicos.
El motivo principal, según Thomas Bach, es que “es básico un compromiso con la no discriminación sería obligatorio para todos los países que deseen organizar unos Juegos Olimpicos”. Un claro aviso a aquellos países que no luchan por un deporte igualitario.