Tiger Woods sigue en caída libre. Si estar el 195º del ránking mundial no era suficiente, el Tigre se despidió del US Open de Chambers Bay con dos jornadas de muy bajo nivel. El primer día firmó 80 golpes (+10), la vuelta más mala de su historia en este major, y el segundo hizo 76 para acabar en un total de +16, que le colocaron en los bajos fondos del leaderboard. Los 156 golpes suponen los peores 36 hoyos de su carrera.
"En un campo así estás muy expuesto y has de ser preciso. Yo no lo fui. Lo intento, pero no puedo. Ha sido duro. No he jugado lo suficiente, no tengo ritmo. Sólo me queda seguir trabajando, seguir practicando y a lo mejor lo hago un poco mejor”, decía un apesadumbrado Woods a sus 39 años, que falla el corte número 14 de su vida (el quinto en un major) y esta será la segunda vez que no llega al fin de semana del US Open (no estuvo en 2006).
En los últimos tiempos Tiger se ha puesto a las órdenes del biomecánico Chris Como para hacer cambios en su swing. Pero no le han funcionado. “Estoy pasando por una fase difícil en este sentido”, dijo el americano, que dos semanas antes había firmado 85 golpes en The Memorial, su peor vuelta como profesional. El Tigre, con 14 majors, tres de ellos US Open, se apaga con un aluvión de datos negativos.
Y el que se ilumina cada vez con más fuerza es Jordan Spieth. El postadolescente de Dallas (21 años) con la Chaqueta Verde de Augusta 2015 en su armario volvió a firmar 18 hoyos muy sólidos en Chambers Bay, acabó líder (-5) en la segunda jornada de mañana y llegará al fin de semana en el grupo de los mejores y con la vista puesta “en hacer historia”. Sueña con el Grand Slam y con ese nivel en el putt no es un anhelo tan descabellado. Por otro lado, su compañero de partido, Jason Day sufrió un desfallecimiento en el hoyo 18, aunque pudo concluir su vuelta en -2. Eso sí, Tiger fue caballero y se preocupó por la salud del australiano.