Cristiano se encuentra en Las Bahamas, pero ni en este paradisíaco destino logra calmar la desazón que siente con el club. El portugués está molesto por varias razones fruto del desgaste sufrido durante la temporada 2014-15. Piqué hurgó en la herida el pasado 7 de junio en la celebración del triplete del Barcelona: “Gracias a Kevin Roldán, contigo empezó todo”. Entiende que las burlas y la crisis de la temporada en blanco del Real Madrid no se centran en la entidad o en toda la plantilla sino en su persona.
Se ha sentido indefenso porque desde aquel fatídico 4-0 del Calderón el club no ha salido a defenderle, ni ha puesto en movimiento su maquinaria mediática para frenar el bombardeo hacia un futbolista que durante las últimas cinco temporadas ha sobrepasado siempre la barrera de los 50 goles. Al revés. Le da la sensación de que el club reduce todos los males de la temporada a aquella fiesta, y a su técnico por no prohibirla al carecer de mano dura (según la planta noble del Bernabéu). Ancelotti ya no está y Cristiano se siente solo ante el peligro.
Motivos. Aquella misma noche del 7 de febrero, después del partido en el Calderón, se celebraron dos cumpleaños más y ninguno de ellos trascendió: Iker estuvo en el cumpleaños de Sara Carbonero y Florentino acudió al cumpleaños que el directivo Nicolás Martín Sanz celebró en el restaurante de la hija del presidente. Ese día, en la zona mixta del Manzanares, fue la última vez que habló antes de adoptar una ley del silencio que rompió el pasado 5 de junio para colgar un vídeo en redes sociales con este mensaje: “Déjenme en paz”. Cristiano ya señaló tras el 4-0 uno de los males del vestuario: “El equipo no está fresco ni mental ni físicamente”. El club, en su afán por establecer que el poder lo tiene la entidad y no los jugadores, codificó el mensaje a su manera: el cansancio físico es culpa del cuerpo técnico. Aquí viene otro motivo del disgusto del portugués. En el vestuario existen marcadas diferencias con el jefe de los servicios médicos, Jesús Olmo. Los jugadores no están cómodos con su forma de tratarles, pero los dirigentes han optado por su continuidad haciendo caso omiso a la opinión de Cristiano y a la del resto de pesos pesados.
El tercer motivo de su descontento viene por el trato que dispensa la entidad a dos emblemas como Casillas y Sergio Ramos, con los que tiene una gran relación. No entiende la desprotección que están sufriendo después de 16 y 10 temporadas en el club, respectivamente. Sabe que el día de mañana él puede estar en la misma situación: con el Madrid simplificando su despedida a una mera cuestión monetaria.
Y mientras se entera por la Prensa, y no por vía directa, de que el club quiere que juegue de nueve. Siente que no le tienen en cuenta ni como paciente (manteniendo al doctor Olmo) ni como jugador (“me gustaría seguir con Ancelotti”) ni como persona porque ni siquiera se comunican con él. De ahí que tampoco comprenda la falta de tacto con la visita de Benítez a Bale. El club, que defiende la firmeza de las jerarquías, parece haberse olvidado de que Cristiano es el mejor pagado de la plantilla...