El Estadio de Gran Canaria sirvió como escenario inmejorable para el sexto ascenso a Primera División de Las Palmas en su historia. Después de una odisea y superar innumerables obstáculos, el conjunto amarillo logra alcanzar el sueño del que se ha alejado durante catorce temporadas. Casi una vida.
El resultado de la ida en La Romareda por 3-1 no fue impedimento para que los de Paco Herrera se sobrepusieran a sus nervios y se contagiaran del júbilo de las calles, de las gradas, de toda una Isla. Los goles de Roque, en la primera mitad y Araújo, en la segunda, sirvieron para darle el ascenso a Las Palmas. Por fin, la Unión Deportiva saboreó y vivió su sueño.
La primera parte comenzó con toda la tensión del mundo acumulada en la grada y sobre el césped. El guión del choque era el esperado: ataques amarillos por medio de la combinación y contras mañas. Los de Paco Herrera apretaron en los minutos iniciales sobre la portería de Bono, quien tuvo que sacar lo mejor de sí para despejar una falta lanzada por Viera. Luego contestó Willian José con una internada en la que pidió penalti. El Zaragoza se quitaba la presión. Un saque de esquina acabó rebotando en el larguero, despejado por Culio. Las Palmas se dio cuenta de que los maños estaban también jugando. Desde la grada se entonó con más fuerza que nunca el “Sí, se puede”.
El primer gol de la tarde, el de la esperanza, lo marcaría Roque de un trallazo extraordinario. Un robo de balón por Ángel en el medio, propició un balón para que Culio abriera a la banda y el canterano marcara sin oposición.
Tras el tanto de Las Palmas, las pulsaciones bajaron hasta el final del primer acto. Tímidas intentonas por ambas partes, pero resguardando bien la ropa para el segundo y decisivo segundo tiempo.
La segunda parte no guardó sorpresas. Las Palmas buscaba la portería maña y los de Popovic, a la contra, rematar la faena. Los de Herrera metieron una marcha más. Bono le sacó el segundo gol a Viera y luego a Araújo, que llegó a marcar dos veces, pero no subirían al marcador. Había luz en Gran Canaria a falta de media hora para el final. El Zaragoza jugaba con fuego. David García mandó a la cruceta el balón sacada desde el córner. El gol del ascenso estaba cerca.
En los minutos finales, la Unión Deportiva comenzó el asedio sobre el Zaragoza. Asedio que se construía sobre las prisas por marcar. Pero el milagro sólo podría llegar en las botas del máximo goleador amarillo. Araújo remató acrobáticamente el gol de la ilusión y desató toda la euforia para estar el próximo curso entre los más grandes.