Como lo comentaba Mick Foley, WWE ha intentado últimamente hacer caso omiso al público en cuanto a quién debe ser elevado como estrella, negando la existencia de la sabiduría colectiva. En el pasado, Vince McMahon intentó replicar el éxito de Hulk Hogan en dos ocasiones: Primero con Lex Luger, pero tuvo que abortar debido a que el apoyo popular era para Bret Hart. Posteriormente con Diesel, que a diferencia de Luger sí obtuvo el título, pero fue un fracaso y hubo que volver a Hart.
Ver también: Diesel recuerda cuando perdió el título: "La gente no se daba cuenta de que cuando me volví campeón no había luchado ni 200 veces”.
En la actualidad el ejemplo notable es Roman Reigns, a quien no dejaron evolucionar de manera orgánica tras Royal Rumble 2014, arruinándolo un año después con la etiqueta de elegido que sólo le va bien a los rudos.
Y en NXT, está Eva Marie, a quien los fans detestan. La chica no es mala para los estándares de la WWE pre-NXT, pero en el corrosivo ambiente del territorio de desarrollo, no tiene cabida. No importa cuánto pueda mejorar en el ring, Eva Marie no será jamás aceptada en NXT, pero sí tendría una oportunidad en el elenco principal, donde se ha visto que la calidad de las luchas de mujeres le da igual a unos aficionados más relajados.
No era necesario poner a Eva Marie en el combate estelar de NXT para intentar convencer a un público que jamás estará convencido de ella, y la prueba no fueron sólo los abucheos, sino también la creatividad de un aficionado de primera fila que ni siquiera se molestó en ver el encuentro, y optó por leer un libro.
En la lucha libre, los abucheos no duelen, pero el desinterés mata.