Roman Reigns ha sido, en cierta manera, una víctima. Y no sólo de las circunstancias, sino de un estira y afloja constante entre los aficionados y los directivos de WWE. Si bien para Royal Rumble 2014 ese público y esos directivos parecían coincidir en que Reigns era el futuro, malas decisiones de WWE hicieron que la conjunción se rompiera, y desde entonces Reigns está en el centro del campo de batalla recibiendo el fuego de los dos bandos.
Como resultado, su 2015 fue un desastre: Ganó el Royal Rumble pero perdió con Brock Lesnar, perdió con Rollins, perdió con Sheamus. Cada intento ha sido infructuoso debido a que el público lo ha tomado como cordero de sacrificio para expiar los pecados de WWE.
Sólo hace falta ver lo sucedido ayer en TLC: Los aficionados de Boston reprobaban la lucha entre Reigns y Sheamus desde antes que empezara. No importaban los peligrosos castigos que se aplicaron, que en otras épocas hubieran arrancado cánticos de “This is awesome!”. Ayer no había reacción no porque la lucha fuera mala, sino porque el público decidió que no reaccionaría.
Y eso es lamentable, pues ya no importa el drama sobre el ring, sino el drama de la vida real entre público y WWE. Es un juego de poderes en el cual los luchadores (que son la materia prima del espectáculo, los que arriesgan la vida tanto por los aficionados como por la empresa) resultan ser lo menos importante.
Y es por ello que el final de TLC, en cierta manera, salvó un evento que de otra manera debería ser olvidado.
Reigns desquitó su furia con Triple H, quien es, en la vida real, el culpable de su debacle, al ser suya la idea de la infame entrevista con Michael Cole de octubre de 2014.
Fue hasta que Reigns atacó con todo a Triple H que el público reaccionó favorablemente (“Thank you, Roman!”), mientras los comentaristas repetían que lo que hacía era un suicidio profesional.
Reigns –como ya dijimos, víctima de doble fuego amigo—quedó fuera nuevamente del escenario titular. Hasta ahora muchos esperaban que fuera nuevamente por el Royal Rumble para ascender a WrestleMania, pero lo sucedido el día de ayer indica otra cosa: Roman Reigns y Triple H se enfrentarán en WrestleMania. Y ese camino comenzará hoy en Raw, donde posiblemente veremos a Stephanie McMahon suspender o despedir a Reigns.