Terry Lundy le calentó la cabeza a Terence Crawford, tanto que se la cobró en la pelea. No sólo lo mandó a la lona, lo remató para que no le dieran ganas de levantarse, aunque el réferi se interpuso antes.
Crawford se traduce en un estilo defensivo, pensante, medido. No ataca con poder contundente en tanto no le ha tendido la red a su rival. Pega con fuerza, repliega a su rival, lo mete a su pelea y luego lo baja.
Lo curioso es que al inicio de la pelea, Lundy parecía no haber caído en ese juego. Fue rápido de piernas y lanzó muchos golpes. Crawford se sorprendió pero se mantuvo a la expectativa y al contragolpe para estar alerta a la hora de que se le abriera un espacio.
Así sorteo el round Crawford, pero si algo tiene es que de inmediato corrige sus fallas (que son pocas) y es capaz de darle la vuelta a las situaciones adversas.
Así pues logró voltearle las cosas a Lundy.
Lo sacó de su zona de confort, lo presionó a pelear en el centro del ring, a moverse donde Crawford quería.
Lundy fue poco a poco cayendo en la espiral descendiente a su derrota a cada golpe que le caía en el cuerpo desde los puños de Crawford.
Ya en el quinto round estaba saldada la cuenta. Crawford le lanzó puños poderosos al cuerpo a Lundy, quien salió proyectado contra las cuerdas. No cayó a través de ellas porque el impacto no fue más fuerte, pero sí le costó trabajo levantarse.
Su paso hacia el frente fue dubitativo, pero el réferi le dio luz verde para que continuara, pero a Crawford sólo le costó algunos segundo de golpeo frecuente retener su campeonato.
El réferi detuvo las acciones y así le dio en triunfo a Crawford.