Como ya lo hemos informado, la relación entre Triple H y Vince McMahon ha continuado enfriándose, y una de las razones es, al parecer, el éxito que ha tenido NXT.
No es un secreto que Vince es demasiado orgulloso, y suele tener un concepto revisionista de la historia en el que él resulta ser el más grande promotor de todos los tiempos. Y en realidad lo es, pero no le corresponde a él restarle méritos a su competencia.
Si en 2001 la historia de WWE vs. WCW fracasó fue porque McMahon hizo que los luchadores de WCW nunca se vieran como una amenaza real. Si la renacida ECW fracasó fue porque McMahon no quiso seguir la idea de su hijo Shane: Hacer que ECW fuera una empresa realmente separada, dirigida por el propio Shane y manejada creativamente por Paul Heyman y que se transmitiera exclusivamente por internet para no tener trabas en cuanto a la clasificación.
Es decir, en el fondo, Vince McMahon quería que la WCW y la ECW volvieran a fracasar una vez que fueron de su propiedad.
Y Vince McMahon es dueño de NXT, pero ve con recelo que el éxito que está teniendo esa marca sea achacado a Triple H, y por ello insiste en que NXT debe ser sólo un proyecto para desarrollar talento y no una marca separada. Triple H ha dado la alternativa de que los nuevos reclutas del Performance Center se fogueen en EVOLVE antes de pasar a NXT y/o al elenco principal —como en el pasado WWE trabajó con USWA, UPW y OVW. Pero Vince dice que no tiene caso si ya tienen NXT.
Richard Gray, de Wrestling News World, revela otro desacuerdo, que tiene que ver con el debut del Bulletproof Bálor Club:
“Vince quiere debutar a Bálor, junto con Karl Anderson y Doc Gallows, en el Monday Night Raw de la siguiente semana, en Chicago. Hunter ha argumentado que Bálor debe permanecer en NXT hasta después de WrestleMania, pues aún tiene el Campeonato NXT. A Vince no le preocupa el título NXT, y esto vuelve a traer a la luz el choque de filosofías entre él y Triple H sobre el propósito de NXT y su importancia en el orden jerárquico”.