Antonio Margarito un día se levantó con ganas de boxear.
Se puso a entrenar, recibió la autorización médica y se le pactó la pelea con Jorge “Maromerito” Páez.
Pelea que para muchos no tenía sentido por lo años que llevaba Margarito fuera del boxeo y porque el “Maromerito” ha ido a la baja. Sin embargo, cuando has disposición y dinero adecuado para cada una de las partes, entonces hay pelea.
Margarito sí dio muestra de los años que pasaron sin que boxeara. Lento, con pocos reflejos, no era el “Tornado de Tijuana” que solía ser, pero estaba ahí, boxeando ante un “Maromerito” que tenía más condición para ganar.
O al menos eso pareció al principio.
Ninguno de los dos parecía tener mucha velocidad, pero sí estaba soltando algunos golpes. Fue más consistente el “Maromerito” porque estaba menos oxidado, sin que eso supusiera una ventaja abrumadora para él.
Margarito se notaba tenso, con poco movimiento de pies, pero intentó conectar a Páez y lo logró en algunas ocasiones, dado que la cara de Jorge estaba lastimada.
Parecía que el fin de la pelea llegaba en el sexto round. Un golpe seco de Páez se estrello en la humanidad de Antonio y lo mandó a la lona. Cayó pesadamente, pero logró levantarse, aunque en en cámara lenta. El réferi dio luz verde y siguieron las hostilidades. Y Jorge se echó sobre Margarito con todo… lo que le quedaba. Lanzó una andanada de golpes muy nutrida pero al poco tiempo se le acabó el gas, sin haber tirado a Margarito y ahí dejó ir su oportunidad de triunfo.
De ahí en delante, la pelea se cantó para el lado del de Tijuana, porque al de Mexicali se le acabó lo que llevaba.
A nadie le sorprendió entonces cuando se le dio el triunfo al “Tornado”, porque al final fue él quien mantuvo el “ritmo”, del combate.
Triunfo para Margarito en su regreso.