Skadi, la luchadora que debutó con una golpiza de su mamá Marcela

La luchadora Skadi es una de las grandes herederas del deporte a nivel nacional y recordó como se inició junto a su madre, quien le dio una golpiza en su debut

Skadi no solo ha despedazado a sus rivales arriba del cuadrilátero, también ha hecho trizas los estereotipos y los estigmas que hay sobre las luchadoras en México y en el mundo.

La Reina de los Lobos recordó en exclusiva para MILENIO-La Afición en su programa “Sin Máscaras”, que no sufrió con el machismo dentro del pancracio, pero sí tuvo que lidiar con su talla, pues los promotores buscaban gladiadoras de un físico escultural.

Ante esto, la hija de una de las estrellas de la lucha libre, Marcela, se tomó como misión demostrarle al mundo que una esteta de sus características puede realizar los mismos movimientos y solamente tiene que burlarse de su cuerpo para agradar al público.

“La verdad nunca he sufrido de que compañeros o profesores me hicieran menos o algo así. La realidad es que mi mamá y sus compañeras hicieron demasiadas cosas para que yo y las siguientes generaciones no la pasemos tan mal. Sufrí en otros aspectos y en otros lugares, no me quieran programar por mi tamaño, de eso hablo cuando me refiero a ser machistas.

“Estoy convencida de que puedo hacer grandes cosas en este deporte, dejar un gran mensaje dentro de la lucha libre. Lo que quiero proyectar con Skadi es que no por ser grande necesito ser burda, yo no vengo a ser chistosa, yo no vengo a bailar ni vengo a hacer burla de mi peso para que la gente se ría, ese no es mi fin, y yo no tengo ningún problema con las personas que sí. Cada quien hace su trabajo como quiere, porque a mí me lo llegaron a decir, ‘tú solo aviéntate una plancha y con eso’. Yo no quiero hacer eso de mi carrera, quiero demostrar que la gente grande podemos volar, brincar, saltar, podemos dejar otra cosa más que solo hacer reír a la gente”, puntualizó.

Asimismo, Skadi reveló que vivió un proceso largo para que no le siguiera afectando lo que piensen de su talla.

“Fue un proceso bastante largo, la verdad de muchos años. Hoy en día hay momentos que también me da para abajo, pero recuerdo que estoy aquí para proyectar justo eso, para las nuevas generaciones, para las chicas del deporte, aceptarse, sentirse cómodas, de no querer fingir o parecer algo que no son, porque hay veces que no se puede; por más que uno quiere estar delgado, no va a ser delgado como uno quisiera, entonces es solamente aceptarse, y yo quiero dejar este mensaje para todas las chicas hasta muy delgaditas, que luego les dicen que no, siempre se puede, cuando lo hagan con mucho amor.

“Hoy en día no me afecta, a la gente le gusta lo que hago, a mí me gusta lo que hago, no me siento incómoda, me siento bien con mi cuerpo y con mi peso, y también quiero normalizar que no pasa nada si eres grande, no necesitas estar muy delgada para realizar tus sueños”.

Debut de terror

La Reina de los Lobos recordó que debutó en el pancracio a lado de su madre, Marcela, una de las gladiadoras ícono del Consejo Mundial de Lucha Libre, quien le propinó una golpiza, con la cual estuvo a punto de tirar la toalla y alejarse de los cuadriláteros.

“Fue en un pueblito lejísimos, no me llamaba Skadi y solo me puse un antifaz que encontré. Todo iba bien hasta que de repente, yo era ruda, y mi mamá era técnica, en la segunda caída se bajó y de pronto me empezó a pegar, yo pensé que estaba jugando. Corrí alrededor del ring, estaba asustada, y pensé, ‘me tengo que parar’, me detuve y me pegó. Terminé la lucha, bajé y analicé, ‘no, no me quiero dedicar a esto, es horrible’; además, no sabía conectar con el público, no sabía nada, era nueva y entonces decidí ya no volver a luchar. Desde que debuté pasó como un año para que volviera a luchar, y así fue el debut del terror”.

La paliza que recibió Skadi por parte de María Elena Santamaría Gómez fue para ahuyentarla del pancracio.

“Ella me pegó a propósito para que yo ya no regresara; y sí, ya no quería regresar, pero se me vino otra oportunidad que fue de la nada y dije, ‘bueno, lo voy a hacer’, y otra vez me gustó. Mi mamá no quería que fuera luchadora por lo de las lesiones, cuánta razón tenía mi madre, ya tengo dos. Le preocupaba que me pudiera pasar algo, pero decidí, ‘sí lo quiero hacer’, concluyó.