Stipe Miocic logró callar a la afición de Curitiba sin tocarla siquiera. Sólo bastó con estrellar su puño en la cara del ahora ex campeón de peso completo, Fabricio Werdum, para que las sonrisas y gritos de ánimo se apagaron.
Y es que cuando el brasileño se sentía más cómodo para atacar avanzando, Miocic le acomodó un zurdazo marca diablo que lo dejó tendido en la lona por varios minutos, con una expresión muy diferente a su “happy face”.
Werdum inició bien. Trató de poner la pauta del combate. Midió distancia con patadas y buscó conectar sus puños en la humanidad de Miocic. Trató de sacarlo de balance.
Sin embargo, al parecer Miocic iba preparado para eso y para todo el arsenal que le mandara el brasileño, porque lejos de amedrentarse, le buscó los ángulos para atacarlo.
Stipe fue inteligente para atacar aun yendo para atrás, contra un campeón como lo fue Werdum no se debe escatimar en golpes, en oportunidades.
Y Miocic lo capitalizó.
No conforme con verlo caer se le echó encima para sellar su triunfo, pero el réferi llegó de inmediato para sacárselo de encima a Werdum. Aun si lo hubiera dejado, más golpes no eran necesarios, con ese impacto fue suficiente para que Fabricio no se levantara en un rato.
Werdum se veía ido cuando Miocic fue a corroborar su estado, seguro notó que le había hecho mucho daño con ese zurdazo.
Primera defensa y cae el campeón (cualquier parecido con Holly Holm es mera coincidencia). Ya empiezan a hacerse especulaciones y combinaciones mentales para descubrir quién será el primer retador de Miocic.
Pero por el momento al nuevo campeón le merece celebrar. Celebrar en silencio. Salvo él y su equipo, nadie más en Brasil, en Curitiba quiere festejar con ellos. Stipe venció al campeón en su casa, pero ya tendrá tiempo de festejar a lo grande en la suya.